Copia este libro
Ya he comentado en alguna otra ocasión que he sido (y soy indirectamente) usuario de redes p2p para acceder a la cultura que se me niega.
Después del post de ayer, quiero hacer una nueva reivindicación en forma de pregunta: ¿por qué no me devuelven el dinero si no me ha gustado la película?
Si voy a cualquier centro comercial en el que me compre nosequé artículo, seguro que lo puedo devolver y me devuelven el dinero sin ningún problema (vaaaaale, la ropa interior femenina no entra en esta categoría de cosas, pero entendéis de lo que hablo).
Así pues, no comprendo cómo aceptamos que se nos estafe de semejante manera. Es más, ¿cómo se comprende que pagues más de una vez por el mismo producto? Ah! que se te cobra por cada visionado, ya comprendo.
Tú pagas antes de saber si lo quieres, esa es la magia del negocio del cine. Si no te ha gustado, bueno, pues te jodes y has tirado cerca de mil pelas (en concreto, ahora, 5.60 €) y un par de horas de tu vida a la basura.
Que levante la mano al que le parezca normal... Que todos aquellos que han levantado la mano dejen de leer (es broma... ¿o no?).
A lo que voy.
Dentro de todos los argumentos que se nos puedan ocurrir para acceder libremente a la cultura que unos defendemos y en contra de la propiedad intelectual asfixiante que otros defienden, yo añadiría el hecho de que, al menos con las películas, pagas por algo que aún no sabes qué es.
Es como esos sobres sorpresa de las ferias que te venden por tres euros y luego hay un muñeco de plástico que no vale ni un euro dentro. Te han timado, tío; en el cine es igual.
¿Por qué las canciones se retransmiten de manera gratuita en las teles y en la radio? Porque lo que se venden son los discos y las actuaciones y se pretende que todo el mundo lo conozca e incluso que le guste a su pesar (o que le guste a sus hijos, que viene siendo lo mejor para el mercado).
Las películas no funcionan igual. No se te cobra por verla en el cine, me refiero a una sala bien acondicionada, con buen sonido y mejor butacas, sino por el mero hecho de verla, de reproducirla ante tus ojos.
Esto pone de manifiesto que tanto la música como las películas son un producto no al uso como todos los demás.
¿Os imagináis un lugar donde te cobren por leer un libro que vaya a salir a la venta? Primero te cobran por leerlo en una sala y luego si quieres te lo compras para siempre.
Bueno, se ve que parece que no es lo mismo, ¿no? El negocio es diferente, el producto tiene características propias que lo hacen un caso excepcional. No es lo mismo un bolso o un coche que una canción o una película, son productos de mercado intrínsecamente diferentes.
Entonces, ¿por qué se obstinan en equiparar el bajarte una canción de internet con robar un bolso o un coche?
Otro ejemplo más. ¿Es lo mismo entrar en una tienda y llevarte una camisa que colarte en un cine? ¿Son delitos equiparables? ¿Y si te cuelas pero no ves la película? ¿El delito es colarte o ver la peli gratis? ¿Las dos cosas?
Está claro, pues, que no es lo mismo, a mí al menos así me lo parece.
Por eso no comprendo la campaña Ahora la ley actúa que el gobierno está perpetrando en un intento de hacernos sentirnos culpables de que un modelo de negocio que se basa en cobrarte, cobrarte y volverte a cobrar se quede obsoleto. Lo peor no es esto, sino que todo está basado en mentiras, mentiras y más mentiras.
El tema de las copias de originales no es nuevo, y ya comenté que se acometió legislativamente hablando hace mucho tiempo. Todo está lo suficientemente claro como para no tener que marearse la perdiz, pero cuando hay tanto dinero en juego, a algunos les merece la pena tratar de retorcer el pescuezo de la perdiz si hace falta para marearla.
Cuestiones como copia privada, derechos de autor, canon en soportes audiovisuales, etc están bien claros en la legislación.
Otra cosa es que se pretenda modificar a base de cambiar la perspectiva de la gente. Creo que puede ser lógico entender que si veo una película gratis es algo raro en una sociedad de consumo tan loca en la que vivimos. ¿Gratis? debe de ser ilegal... (aunque no lo sea) Ya, pero por otro lado, siendo justos, también entiendo que si no me gusta lo que me vendes me devuelvas el dinero.
Visto desde otra perspectiva, parece que no se trata de que sea legal o no, sino de hacernos creer que no es justo. Y claro, en las conciencias de animales compradores en las que nos hemos convertido, chirría que algo se gratis. Claro, no debe de ser justo ver o escuchar algo gratis, pero tampoco lo es la guerra de Irak, y no se hacen campañas en ese sentido.
En torno a estas cuestiones, mi linkado compañero de escrituras en internet, David Bravo (ver el link permanente a la izquierda) se ha currado un libro de 144 páginas que, como autor, quiere que todo el mundo copie y deje copiar.
Si el autor quiere que lo copies ¿es delito?
Hay ejemplos en los que sí... no te lo pierdas
Desde aquí voy a unirme a esta pequeña gran cruzada en la que se ha convertido la solución que hace años se tomó para el tema de las copias privadas. Y es que, claro, el no adaptarse es lo que tiene, que hay que intentar mantener el negocio como se pueda.
No quiero repetirme con el tema que ya comenté, de modo que, simplemente, quiero presentar el libro como una colección de diferentes denuncias a hechos que se están produciendo sin que nos demos cuenta (o sí).
Desde luego recomiendo encarecidamente su lectura, no ya porque esté de acuerdo con él, sino porque me parece una buena manera de tener una visión de la realidad de todo lo que ocurre con el tema de las descargas en internet y la (mal llamada) piratería. No son sólo opiniones, es información que se debería tener para formarse cada uno su propia opinión.
Que os aproveche, si os lo leéis.
P.D: En el "Ver Además", hay un mp3 para descargar (de manera legal) con una charla de David Bravo de lo más instructiva.
2 comentarios:
pues igual podemos hacer lo mismo en los restaurantes: nos hartamos de comer, decimos que no nos ha gustado o que nos ha dado flato y ya no hay que pagar;
o, por ejemplo, compramos un coche, nos vamos al copyfight, y a la vuelta le pedimos al concesionario que nos devuelva el dinero que el color del coche no nos convenció;
o vamos al fútbol, y si pierde nuestro equipo, como nos da 'depre', pedimos la devolución de la entrada más daños y perjuicios por daños sicológicos;
o compramos un billete para el Caribe, y a la vuelta le explicamos al de la agencia que los paisajes no eran los que tú te esperabas, que tuviste que cargar con las Chirucas y que allí... nada, playeras. ¿dónde está mi pasta, oiga? que soy su excelencia el consumidor, oiga, no sabe usted con quién habla.
creo que podríamos pedir que nos devolvieran el precio de la entrada de cine si la película no nos gusta, justo en el momento exacto en que la olvidemos. o vomitar en los restaurantes, o llorar en el taller, o aceptar de Iberia una caridad por consumidor discapacitado muy mal informado en la era global de la información.
Hola,
exactamente, todas esas cuestiones que planteas, por imposibles al sentido común, no dejan de tener sentido si aplicamos un modelo de negocio que no cuadra con el producto.
Si puedes comprar una tele, usarla dos semanas y luego devolverla (haciendo un uso abusivo, pero gratuito y consentido del mismo), no se puede aplicar esa cuestión a otros productos.
En particular, para la música o las películas, entiendo que no se puede estar en misa y repicando, porque si es un producto, se podrían plantear este tipo de cuestiones absurdas, y si forman parte de la cultura de la gente, debería ser de libre acceso.
Me da la sensación de que te ha cabreado un poco el tema, lo siento si es así, sólo se pretendía plantear la singularidad de las obras audiovisuales como producto de consumo.
Si bajarte una canción es como robar un bolso, quiero que me devuelvan el dinero del cd si quiero devolverlo en un plazo determinado.
:D
P.D: Gracias por el comentario.
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