Muertes al sol
Hace calor y ya dije que era inevitable que ocurrieran desgracias. La primera (al menos conocida a nivel nacional) ha ocurrido en un incendio originado por una barbacoa mal apagada y se ha llevado la vida de 11 personas que acudieron a intentar sofocar el incendio producido.
Que estas cosas se vean venir y a pesar de ello no ser capaces de prevenirlo da una idea de lo complicado que puede ser evitar este tipo de cosas. Si, además, que no es el caso, se hace de manera intencionada, la complicación ya raya el imposible.
Parece ser que el viento le ha dado alas al incendio, y que por unos golpes de viento que ha llevado el fuego más allá de lo previsible, las once personas quedaron atrapadas en una trampa entre el fuego y un barranco.
Todo el mundo se está desgarrando las vestiduras como si se tratara de la tragedia definitiva. A mí, la verdad, me parece una auténtica putada, pero en el fondo es un accidente que hay que asumir como una posibilidad en la vida. Hay otras pérdidas humanas que me parecen mayores desgracias.
Por ejemplo, infinitamente menos se ha hablado de un ataque de esos suicidas que tanto nos preocupan en occidente. Han muerto nada más y nada menos que unas 100 personas. Y la cosa es que no ha sido sólo uno, sino que ha habido una oleada de atentados en un país que ríete tú del tsunami.
¿No te suena nada la noticia? Ya, seguro que has oído de todo sobre los 11 muertos en el incendio y nada de lo otro. Debe de ser porque el incendio ocurrió (ocurre de hecho) en Guadalajara y los atentados en Irak.
Ya he comentado que a nivel noticiero, una muerte en tu barrio vale más que 200 en el polo, y aquí, de nuevo, tenemos otro ejemplo de que es precisamente así como funciona el mundo.
Once personas muertas en un incendio es el notición del fin de semana, mientras que cien personas muertas pasan sin pena ni gloria por los noticieros. Once contra cien, la banca gana.
Supongo que en ninguno de los dos casos se trata de la última noticia similar que tengamos este verano, pero seguro que en todos los casos ocurre que nos intentan meter con calzador nuestros muertos en las noticias, mientras que los otros se intentan tapar bajo el velo de la indiferencia.
Y no creo que sea justo.
El mundo se globaliza en lo económico, pero no lo humano. Las grandes compañías pasan por encima de gobiernos locales para funcionar de manera global, pero la humanidad se queda en las fronteras de lo considerado propio.
Es cierto que once personas muertas tratando de apagar un fuego es una grave noticia, pero no lo es menos (de hecho, creo que es más) centenares de personas muertas en un país donde sobrevivir cada día ya debería ser noticia.
En fin, nosotros seguiremos a lo nuestro, protestando porque esos atentados nos encarecen la gasolina que, por cierto, ya roza el umbral del euro por litro (la súper 95, que es la que gasta un servidor) y llorando por las víctimas (por las nuestras, se entiende).
Tan ricamente, oiga.
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