Velocidad + Tocino = ...

Paco era feliz.

No es que no deseara mejorar algunos aspectos de su vida (echarse pareja estable, tal vez), pero se sentía esencialmente conforme con lo que le toca.

El día se presentaba bastante bien. Su madre le había llevado una cazuela de ese arroz con leche que tanto le gustaba desde pequeño, el fin de semana había pasado con toda la alegría de vivir cada segundo, y hoy tenía una entrevista de trabajo.

¿El trabajo de sus sueños? Tal vez.
¿La oportunidad de huir de sus actuales carceleros? Sin duda.

Se había levantado un par de horas antes de lo normal para ir con tiempo. Desayuno completo acompañado de El País y la tertulia de la Domínguez, para contrastar informaciones. El tiempo acompañaba para la ser la época del año. Un solecillo tímido trataba de calentar lo suficiente como para no necesitar bufanda hoy.

Bajar a la calle, sortear un par de obras y bajar al metro. Línea 2, trasbordo en la tercera estación a la izquierda y línea 4. Todo recto hasta la cuarta parada y bajar.

Antes de salir de la estación se mira el nudo de la corbata en un trozo de aluminio que le devuelve una imagen borrosa pero legible de sí mismo. Una chica, de esas que van en el metro mirando al infinito para no ver que las miran, se fija en el detalle y sonríe. Tal vez su juventud le hace gracia, tal vez.

Una lluvia de luz invade la salida del metro.

Las sombras le esperan en la entrada de la empresa. Número 67, aquí es, piso 5.

La empresa ocupa todo el edificio, el piso 5 es sólo lo que podrá llegar a ser su departamento. El traqueteo habitual de una oficina le recibe al salir del ascensor. Una típica secretaria, con auriculares y todo, le da la bienvenida con una sonrisa. Sabe a quién tiene en frente y sabe que debe tratar de hacerle sentirse cómodo. Puede ser un gran fichaje y hay que tratar de agradar al que puede ser el nuevo hombre fuerte...

En la habitación de espera una taza de café humeante ante una silla le indica dónde se espera que se siente. La entrada, los modales de la secretaria, la música que flota en el ambiente, la taza de café... todo parece medido al segundo. Parece que la cosa sigue bien.

Haciendo buen uso de su innata intuición, esa que le llevó a arriesgar con aquella operación en bolsa, se sienta al otro lado de la taza, para tener la puerta en frente. Esa operación la estaba abriendo estas nuevas puertas. No es que no hubiera acertado muchas otras veces en sus operaciones, pero esta había sido sonada. Valía, e iba a hacerse valer.

Justo cuando acababa el café, cinco imponentes cincuentones entraron en la sala. Se sentaron frente a él, dejando claro que aún no estaba todo hecho y que había dos bandos que se iban a enfrentar en una negociación nada fácil. Uno de ellos iba a sentarse en el lugar ensayado a pesar del cambio de lugares; la taza de café no había resultado y el pobre hombre pareció desconcertado.

Dos horas después, hablaban de lo bien que lo iban a pasar en la fiesta que el presidente iba a dar en su yate. Los tenía comiendo de su mano, todo había ido según sus planes y las puertas a una nueva realidad se mantenían abiertas, ansiosas ahora de verle pasar a formar parte de la más importante empresa de inversiones del país.

Es más de la hora de comer y, como nuevo miembro de pleno derecho, le invitan a comer, para celebrar el feliz acontecimiento.

Los Mercedes salieron del garaje a toda marcha, como cuando se conduce con la sensación de poder hacer lo que a uno le venga en gana. Ese poderoso caballero, don dinero, a su servicio 24 horas, 365 días.

Al llegar ya vio que el restaurante de las celebraciones era mucho más de lo que imaginaba. Sabía cómo se las gastaban los ejecutivos, pero, ahora que estaba allí viviéndolo, le parecía mucho más de lo que había oído.

Se sentaron, y cada uno fue a pedir lo suyo:

Carnes: Faisán, Codorniz, Buey, Cordero
Pescados: Lubina, Merluza, Pez Espada

- ¿No hay nada que no haya tenido madre? - el hecho de crecer profesionalmente no iba a hacer que sus convicciones vegetarianas cayeran en saco roto. Llevaba muy honrosamente más de cuatro años siéndolo y no iba a parar ahora.

Las miradas del resto de comensales e cruzaron. Una y otra vez. Algo había dejado de marchar bien.

Dos se levantaron, abrieron su móvil e hicieron sendas llamadas. El resto murmuraba, nadie hablaba claro.

- Según la política de empresa, no podemos admitir estas actitudes. Estás despedido. Aunque trates de cambiar, siempre te perseguirá tu pasado y es algo que no podemos asumir.

Image hosted by Photobucket.com
Despedido por vegetariano





¿Que qué tiene que ver la velocidad con el tocino? No lo sé, pregúntaselo...

P.D: ¿Qué más da con quien se acuesten si se supone que son célibes?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo siento Gorka, yo hubiese hecho lo mismo... Ya se lo decia la madre a la hija: "No se puede ir a una empresa a comer nabos".

Por cierto, ¿como sabe un cura que es gay? ¿que pasa, que al resto les gustan las mujeres pero se aguantan? Yo creia que el secreto de un cura era que no sentian nada...

Anónimo dijo...

Hola, soy Micerinos y quisiera dar a conocer mi blog de opinión política “TO BE A FRIEND”.

http://tobeafriend.bitacoras.com/

Muchas gracias a vosotros por vuestra atención y al webmaster por permitirme hacer este comentario.

Un cordial saludo.

Gorka dijo...

Hola,

ciertamente, lo de comer nabos en una empresa siempre es motivo de desagrado, pero no de despido, no?

;)

jejejejeje

A Micerinos decirle que voy a mantener el comentario porque no hay link directo, pero que agradecería un comentario más acorde con el tema de los posts.

:D

Salu2