Valiente Valentín...

Sí, hoy es imposible escapar del tópico... todo el mundo odia esta fecha consumista y el engorro que supone tener que demostrar el amor de uno por alguien a base de bombones, champán, cenas románticas, poemas, solitonos, tartas de chocolate, querubines con arco y flecha...

Todo un horror que muchos califican como el día del Corte Anglés en lugar del día de los enamorados...

.. todo un error.

Porque reivindico este día por encima de todos. Hoy, además, y para quienes no lo sepan (esperando no repetirme demasiado para los que sí lo saben), es mi cumpleaños!

Que sí, que ya sé que odias este día, pero coño, que es mi cumpleaños y yo no tengo la culpa. Tengo que aguantar los comentarios adversos de quienes sólo ven el afán consumista de estos días (y no saben lo de mi cumpleaños, claro...) cada año.

Y tengo que aguantar la coña de que me llamen, inevitablemente, Valentín al menos dos o tres veces este día. Joder, menos mal que san Pompilio es menos conocido... si no, los del 8 de abril iban bien servidos...

Reconozco que esto era mucho más común cuando era pequeño y a todo el mundo le hacía gracia nacer este día. Supongo que ya soy mayorcito para eso, de modo que, ahora, llamaré así este día al gato, Kay, cuya fecha de nacimiento oficial es también hoy.

Lo que pocos conocen, y yo sufro, es la maldición real de esta fecha. Más allá de los corazones rosas que aparecen como setas por todas partes, la verdadera putada de esta fecha es que todo el mundo la recuerda.

Yo soy un desastre para las fechas de cumpleaños y, salvo las de aquellos más llegados (pero realmente allegados, no te creas, me sacas de mi novia y de mis padres y creo que poco más me sé), nunca recuerdo el cumpleaños de nadie. Estoy condenado a no acordarme de los demás cuando los demás siempre se acuerdan del mío.

Casi como una de esas historias de tragedia griega, al más puro estilo de las profecías de Casandra o el hígado de Prometeo, Zeus me condena a esta penitencia.

No sé por qué castigo, pero me ocurre.

Así pues, aprovecho para, hoy, hacer partícipes de mis quince minutos de gloria y notoriedad, a todos aquellos de cuyo cumpleaños nunca me acuerdo y siempre olvido.

A todos esos que recuerdan mi aniversario y yo olvido el suyo:

FELIZ CUMPLEAÑOS!