El frotar se va a acabar

- ¡Hay mi niño, que ya es funcionario! - gritaba la madre cuando se enteró de que las largas horas empleadas por su hijo en sacar las oposiciones a empleado de correos habían, por fin, dado sus frutos en forma de trabajo fijo para toda la vida.

Ya se imaginaba a su hijo con la insignia oficial, formando parte de la elite que es empleada por el Estado, todo un honor para la familia, y todo un ejemplo para el pequeño pueblo donde las malas lenguas vuelan más que las noticias.

El hijo, viendo ante sí arreglado su futuro, ya pensaba en tocarse los cojones la mitad de su jornada y en poner mala cara a los que le requirieran un esfuerzo para alguna gestión burocrática la otra mitad.

Si es que da gusto, el sistema no funciona, los funcionarios no funcionarian, pero es igual, aquí lo que cuenta que es que unas oposiciones son unas oposiciones y eso te da derecho a vivir en la tranquilidad que da la omnipotencia de saberse indespedible.

Pero, ¡ay!, esto se va a acabar.

La frotada de genitales (notar el genérico utilizado) propios y ajenos que cada día nos ofrecen los funcionarios puede llegar a su fin si la nueva idea del gobierno llega a buen puerto: si bien el contrato es vitalicio, el cargo será cambiable en caso de no rendir como se deba.

Esto, que a priori a mí me parece una buena idea, como siempre, habrá que ver cómo se aplica. Porque la primera pregunta es obvia... ¿quién dice si un funcionario rinde o no? ¿en base a qué criterios?

¿Hasta qué punto puede llegar la degradación de cargo? ¿Acabarán todos los funcionarios como soldados rasos?

Me dicen que existen empresas pseudocooperativas que hacen algo parecido con los socios, que no les pueden echar, pero pueden mandar a un informático a currar de carnicero en una sede de un pueblo perdido de Ávila y, claro, negarte es que te vas tú...

¿Podría calificarse como mobbing?

Creo que sería todo menos lioso si supieras que debes cumplir con tu trabajo o pueden echarte. Cuando se tiene algo vitalicio, seguro, empiezas a no comportarte para merecerlo, porque el hecho de que te lo merezcas es irrelevante, lo tienes y se acabó.

Pasa un poco como con los títulos nobiliarios, que puede que en su día hicieras algo que hace que te lo merezcas, pero un acto no puede marcar tanto el devenir de la vida de una persona. Ni siquiera si es funcionario.

Desde mi punto de vista, revocación de oposiciones ya mismo...


... o que les manden como portero a la embajada en Teherán, ya verás que bien...

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