Estas cosas siempre les pasan a otros...

Mantengo viva una tradición (una de tantas en realidad) de hacer al menos una quedada semanal con un amiguete que aún conservo de la universidad.

Ya he hablado de él soterradamente en otras ocasiones, cuando también he hablado de estas quedadas.

Ayer hubo una.

La semana pasada cumplí con la norma que dice que cuando uno cambia de trabajo (y presumiblemente sufre un aumento de sus emolumentos y su cláusula de rescisión) se paga unas patatas fritas (mínimo). Acabé pagándome el kit completo: Krustyburguer con queso, patatas y nestea, todo regado con la mejor de las amistades.

Ayer, decía, también quedamos, y en un mail me dijo que esta vez iba a ser él quien se iba a pagar de nuevo el kit completo.

Como las cosas laborales le van bastante estables, me extrañó...

¡Le ha tocado un dúplex en una promoción de casas de protección local en Barakaldo!

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Con eso el kit esta más que justificado y, de hecho, a lo mejor le acaba pagando algo más, porque dentro de lo que le podía tocar, esto ha sido una alegría.

Dudando de si la envidia puede ser sana en algún caso, diré que tengo sana endivia para repartir, casi tanta como alegría de que le haya tocado y encima le haya tocado bien (a su gusto).

Pobre de mí, que nos hemos tenido que meter en vivienda libre (... de especular con ella). Supongo que es lo que tiene haber vivido en un sitio y trabajar en otro...

En cualquier caso, me alegro mucho por él, porque dentro de todas las personas que puedan haberse visto agraciadas, pocas habrá que se lo merezcan tanto.

Ahora ya puedo decir que conozco a dos personas a las que les ha tocado una casa de protección oficial... será que no compro boletos para que me toque a mí...

Conformémonos con lo que tenemos, no sea que se nos cumplan todos nuestros deseos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

vaya post más corto!!!! esto ya no es lo que era....

Gorka dijo...

Parafraseando a Ismael... esto se merece un post!

Atentos!