Ramera de rostro enjuto
Siguiendo las buenas costumbres de otros bloggeros, voy a intentar escribir algo aquí al menos una vez cada semana, espero que la actualidad y mis influencias en general me den para una parrafada semanal... No sabía demasiado bien sobre qué escribir, al menos para no caer en el tópico del amuermamiento, de la negación del mundo, del todo es una mierda...
Pero cuando uno piensa que la vida puede no estar tan malamente, cuando uno trata de ser positivo ante un futuro incierto pero que a base de suerte (que, dicen, favorece a los audaces) se va abriendo camino, la vida va y te recuerda que las cosas por las que te partes los cuernos en realidad podrían ser menos importantes de lo que creías.
Tengo un amigo (estas cosas siempre le pasan a un amigo, pero no quita para que a uno le joda), no un conocido, sino una persona con la que la convivencia ha ido cociendo a fuego lento una armonía especial. Una de esas personas de las que te alegras cuando le sucede algo bueno y no te pasa a ti; como cuando te alegras de que él esté en la lista de aprobados aunque tu no lo estés, o le toca la lotería de ese cupón que te ofrecieron y no quisiste comprar.
Pues bien, a este amigo le ha sacudido de cerca una de esas minas antipersona llamadas cancer. Supongo que no hace falta dar más detalles, la cuestión creo que se explica casi por si misma, aunque espero que en esta ecuación, cancer no sea igual a muerte, es inevitable que se te pase por la cabeza.
Personalmente he vivido muertes familiares, pero han sido más o menos rápidas, más o menos esperadas, más o menos preasimiladas. Y se superan. Creo que soy más sensible al posible dolor de los demás que al mío propio; sé cómo mantenerme, tiendo a cuidarme a mi mismo de manera que lo suelo llevar mejor que la mayoría de la gente... tal vez viva una falsa sensación de alivio... Pero se supera: la unidad, el recuerdo de cosas buenas y el asimilamiento de cómo se viene la muerte, tan callando ayudan. Y el tiempo; que todo lo cura.
Espero sinceramente que no se trate de una pena de muerte, de una fecha de caducidad macabra. Espero que todo salga bien, sea como sea que tenga que salir, y espero que el vacío que esa pérdida pueda crear en su entorno se supere con ánimo.
La cuestión es que una de estas sacudidas te cambian la vida. No es sólo que te cambien la perspectiva de lo que es importante o no, más allá de eso, te cambian literalmente la vida. Te cambia tu semiplaneado futuro más o menos inmediato (y el lejano), te roba el resto de tu vida, que ya no será nunca más la que iba a ser antes de la noticia.
Las cosas, cuando se saben, cuando la cruda realidad te pega una bofetada en la cara, dejan poco hueco para la esperanza. A pesar de todo, puede que las cosas vuelvan a girar y ponerse donde estaban, pero esto te hace replantearte cosas. La muerte suele ser fuente de demasiados pensamientos profundos, supongo que como está tan segura de ganar que te da toda la vida de ventaja, el hecho de saberlo, de sentirla ahí tan cerca, le hace a uno ponerse serio con las cosas que son serias.
Como decía, la vida ya no será la misma, ya no te casarás y esa persona estará alli como lo iba a estar hace unos días, no conocerá a tus hijos, no te aconsejará... cuando alguien muere no solo se le quita lo que será (esto lo decía sabiamente Gandalf en "El Señor de los Anillos"), sino lo que influirá en los demás, se muere esa parte de esa persona que llevas contigo; y la que ibas a llevar sin que tu aún lo sepas. Este sentimiento es el peor, es como si te robaran algo que no es tuyo, que no has podido siquiera disfrutar.
Espero que este trozo de verdad, ayude a entender semejante elefante... La muerte se lleva mas de lo que a veces creemos que se lleva - esta es mi verdad. ¿Y la vuestra?
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