Da, da, da, da, Gorka San
Vaya, vaya, parece que esta semana estamos prolíficos... espero no hacer de esto una comida de coco diaria en lugar de semanal, por el bien del guión.
Pero es que como decía están pasando demasiadas cosas... fecha para las elecciones vascas, el Papa parece que está comprando el billete para su último viaje, Push jura de nuevo su cargo, se dice que el Depor va a fichar a Del Bosque... todo un elenco de noticias estrellas que comentar y yo pensando en hablar de algo personal, qué le vamos a hacer, así es el poder sobre la información, supongo...
El día 17 de enero comencé a poner en práctica el propósito de año nuevo de este año. Nunca fui de esas personas que se plantean cambiar su vida a mejor al inicio de cada año, pero sí que me ha ocurrido que ciertas decisiones importantes que han conllevado cambios en mi vida han sido hechas realidad por estas fechas; por ejemplo, dejar de llevar a diario el infantil chandal y empezar a usar unos más estilosos vaqueros...
En fin, que hace un año el regalador navideño habitual me trajo la intención de ayunar los días cuya noche es luna llena, en aras de una "limpieza interna" del alma a través de la tortura corporal de no comer nada desde la cena del día anterior hasta el desayuno (esto SÍ es un desayuno como tiene que ser...) del día siguiente. Y lo he cumplido, total, es una vez cada 28 días... es como mi menstruación particular. Aunque no sé hasta qué punto me viene bien, la cuestión es que estas cosas, por repetición, se convierten en hábito y uno ya lo hace casi por instinto, sin pensarlas...
Y este año no podía ser menos, aunque supongo que el regalo de este año es algo que suele ser más normal, pero sigue dentro de la búsqueda del nirvana a través del castigo corporal: me he apuntado a un gimnasio.
Solía ir hace un par de años, en tiempos mejores en los que tenía más vacaciones y exámenes sólo dos veces al año, pero me aburría y al final acababa dejándolo; esta vez me he propuesto buscar algo que me guste, que me motive, y creo que he dado con ello.
Empecé corriendo en la típica máquina, la cinta infernal, en la que nunca había corrido. Y le he cogido gusto al tema. Siempre me ha gustado correr, pero las condiciones atmosferico-ganduleras siempre me acababan coartando la libertad de ir a mover el esqueleto. Con una temperatura ambiente de unos 25º y con una humedad relativa del 80% (de la cual el 90% salía del sobaco del que se esforzaba en la máquina de al lado) la climatología ha dejado paso al aprovechamiento del dinero pagado como motivación a la hora de escalar el duro muro de la pereza. Y quieras que no, eso se nota, porque voy más feliz que unas castañuelas.
Correr es una actividad aeróbica de lo más sencillo, y coincido con la mayoría de la gente que corre en que además, te da la posibilidad de reencontrarte contigo mismo al borde del camino; las razones científicas no están claras, pero cuando corre uno parece que libera la mente en un estado pseudotántrico de lo más interesante.
Después he tenido que empezar a levantar pesas al no poder escaparme del monitor de turno. El hombre es muy majete a pesar de no ser un paradigma del hombre ilustrado, y se nota que sabe de lo que habla cuando habla de pesas, espaldas bien apoyadas y musculación varia. Al principio no me emocionaba la idea, pero después he pensado que sólo corriendo me dejo de castigar el tren superior y que no es justo que el tren inferior tenga que hacer todo el trabajo sólo por ser el que está debajo...
Pero no es a todo esto a lo que me refería. Donde he encontrado la motivación necesaria ha sido en el Body Balance.
Lo cualo???
Ciertamente, parece que te redistribuyeran tu grasa corporal de modo que parezcas sexualmente más apetecible, pero nada más lejos. Se trata de una mezcla de Yoga (no confundir con Ioga, el de los Caballeros del Zodiaco), Tai-Chi (esta parte es genial) y método Pilates (no confundir con Pilatos). Está muy bien. Yo pensaba que iba a ir a relajarme, a soltar músculos después de una sesión de "verdadero deporte"... JA! Menuda sudada...
Parece que se hace nada, porque no hay impacto, no hay movientos rápidos, ni cambios bruscos, pero en realidad no paras de estirarte, plegarte, levantarte. Al margen queda mi ilusión de sentirme como Daniel San aleccionado por el Sr. Miyagi haciendo realidad una ilusión infantil de esas que si no las cumples te crean un trauma, ocurre que todo ese rollo oriental me gusta. Desde los bonsais a El Último Samurai, me gusta esa manera de entregarse a la perfección en cada cosa que hacen.
Como digo se suda, se curran los músculos como en cualquier máquina de pesas con mucho menos impacto, se trabaja el equilibrio, la armonía corporal y la relajación, y todo eso en sesiones de 45' perfectas para el hombre metrosexual moderno (las mujeres suelen tener menos reticencias hacia estas cosas en general, me da la sensación...).
Así pues, se lo recomiendo a todo el mundo.
P.D: ¿Será este un primer paso hacia el sexo tántrico?
No hay comentarios:
Publicar un comentario