La Cuarta Verdad
Siguiendo con la parábola de los ciegos que encabeza este blog, en la que cada uno trata de dar su visión de la realidad para hacer notar al lector exterior que lo ve todo que todos y cada uno de los ciegos yerra en su percepción, me he encontrado un caso en el que esto se sigue casi a rajatabla.
La verdad no se crea juntando todas las partes, sino percibiéndola de manera que cada parte no puede: así se sabe que todos se equivocan. Pero sabiendo ir más allá, puede hacerse uno a la idea de lo que pasa.
Pues bien, de algún modo, el último libro que tanto he tardado en leer, La Cuarta Verdad de un tal Iain Pears, muy feo él, sigue esta idea.
Una historia, única y con una sucesión muy concreta de hechos, se va rellenando como la carne que rellena los espacios de un esqueleto para, al final del libro, completarse el conjunto de la misma que, mediante lo que uno consigue inferir cada una de las versiones, sale a la luz en el ultimísimo capítulo.
Si bien la historia comienza de una manera bastante curiosa y, aparentemente, inocente, hay que estar bien alerta para tratar de no perder todo detalle y jugar a Sherlock Holmes (Gregory House para la juventud que no lee y ve la tele...). Por el medio, lo admito, se me hizo un poco pesado, tal vez, porque no pude leerlo con la asiduidad que pretendía (dos meses he tardado en leerlo). Por unas o por otras, siempre tenía algo en lo que ocupar el tiempo en el autobús.
La cuestión es que me tocaba devolverlo ya, de hecho el 30 del 12 del año pasado, pero me la jugué y lo entregué ayer.
¿Qué hace un tío con corbata a eso de las 20:30 sentado en un banco frente a la biblioteca? Pues eso... alguno creo que lo flipó un buen rato. Yo empiezo a digerir la frikada...
En fin, que aún tentado de entregarlo sin haberlo terminado, la verdadera historia se reveló ante mí en ese banco con el último de los narradores que, habiendo leído los manuscritos de los anteriores, se encuentra ante la idea de resolverlo todo por tí. A no ser que lo hubieras podido resolver todo por tu cuenta... que no fue el caso, creo que por haber perdido muchos detalles por el camino.
Al más puro estilo de El Nombre de la Rosa, se trata de un acertijo de quinientas y pico páginas muy bien llevado y narrado contigo haciendo de Guillermo de Baskerville. Mezcla perfectamente personajes reales como el bueno de Boyle, con personajes ficticios pero basados en personajes reales (Sara Blundy), lo cual da ese aire de novela histórica muy en la línea de, supongo, Alatriste.
No quiero destripar nada de la historia final, de hecho, decir que no la quiero destripar ya indica que el final es verdaderamente sorprendente. Puede gustar o no, pero desde luego cierra completamente la historia sin lugar a dudas y sin sacarse nada nuevo de la manga.
Creo que es un libro para leer dos veces porque, como se dice en los libros de Dan Brown, cuando se sabe lo que hay detrás, el acertijo aparece simple y claro ante nosotros. No tengo tiempo de comprobarlo personalmente, pero me ha quedado esa sensación.
Ahora, tras adentrarme en la Inglaterra del siglo XVII, hago caso, al fin, al consejo añejo de Javi y voy a adentrarme en ese Mundo Feliz que me ha costado 2 euros en una de esas colecciones por fascículos.
A ver donde queda respecto a 1984... La Cuarta Verdad, al menos, no ha sido una incómoda verdad.
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