Thailandia, esa gran desconocida
Destino turístico donde los haya, este país asiático, edén de pederastas y pedófilos, acaba de sufrir en sus carnes un levantamiento (en el sentido más asexual del término, si es posible, gracias) por parte del ejército aprovechando que el presidente Thaksin se encontraba de viaje en Nueva York (en la ONU para más señas) y que el Pisuerga pasa por Valladolid.
El tal Thaksin debe ser el tipo más rico del país, y no sé si por eso o no, pero las sospechas de diversas corruptelas están a la orden del día. El ejército, se dice, harto de ver estas injusticias para con el pueblo, ha decidido pasar a la acción, derrocar al gobierno actual, instaurar uno interino y convocar nuevas elecciones para el 2007.
Teniendo como tenemos por aquí la experiencia de ejércitos levantados en armas (un intento salió bien, otro se quedó en el camino), es inevitable tirar, en un primer momento, hacia la defensa de un gobierno teóricamente democráticamente elegido.
Lo que no sabemos, será que Tailandia no es tan rica en negro engrudo como para merecer la intervención de los libertadores del mundo, es si el gobierno se está pasando por el forro de los caprichos toda la responsabilidad adquirida para con su pueblo. Cual Spiderman cualquiera, asumir el poder sobre un gobierno acarrea la responsabilidad del bienestar de todo el pueblo.
Por eso, ante las declaraciones de intenciones del ejército insurgento-libertador, no puedo uno sino dudar de la primera tendencia de opinión. Supongo que por esta razón he preferido esperar un poco antes de postear el tema.
Ha sido curioso que, la rebelión, se haya consumado sin un sólo damnificado. Bueno, puede que el presidente ya no mande tanto como antes, pero me refiero a que no ha habido muertos ni heridos, ha sido todo más limpio que el cabezazo de Zidane a Materazzi. Una mañana todo apareció copado de militares y los ministros con mucha ropa sucia que lavar poniendo pies en polvorosa. Esto también me parece un indicativo de que tal vez, por esta vez, el ejército haya tomado una decisión al estilo de los robots de Yo, robot.
Quiero decir, el ejército es como un robot para la sociedad. Se supone que debe cumplir con las tres leyes: no hacer daño al pueblo ni permitir que se haga daño al pueblo por omisión, obedecer al pueblo y autodefenderse siempre y cuando no se contradigan las leyes anteriores.
Si un gobierno legítimo pero podrido hasta las trancas está haciendo bien por sí mismo a costa del pueblo y el ejército se queda mirando, se contradice la primera ley. Si por omisión se deja que el pueblo sea vilipendiado, bien actuado está, qué narices.
Ahora bien, una cosa es derrocar a un presunto presidente hijodeputa, y otra es hacerse con el poder para quedárselo. Un ejemplo de lo primero, lo admito, está en los USA y otro Yorch, Washington en esta ocasión, que no tuvo problemas en soltarlo en aras del cumplimiento de sus ideales.
Ahora es momento de esperar que esa acción defendible en el cumplimiento de un deber para con el pueblo, no se convierta en una nueva dictadura del ejército sobre el pueblo que a prometido proteger, incluso de sí mismo.
Si, como dicen, pretender aliviar la tensión y programar elecciones para el 2007, tendrán mi consideración como personas de bien que actuaron movidos por causas justas. Si no, será sólo una banda de cabrones.
Una vez más, mira tú por donde, manda más el porqué que el qué... que los hechos no se pueden juzgar porque sí sin más, siempre hay que mirar detrás del telón para ver de qué va cada cosa.
Aunque, claro, siempre es más fácil simplificarlo todo y creerse a pies juntillas lo que te digan.
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