Hay cosas que cambian, y cosas que no
En esta nueva era de posts de cualquier cosa menos de la rabiosa actualidad que trata de morderme cada mañana desde el telediario de telecinco a las noticias de google, hoy no puedo dejar pasar la oportunidad de comentar un hecho que ha sacudido mi vida laboral.
Dice un tipo de letras que conozco que no hay jefes listos, que todo jefe es un incompetente. Podría matizar un poco esas palabras, diciendo que los jefes actúan muchas veces movidos por razones que nos son ajenas y no tenemos por qué saber, pero en general, es una verdad como un puño de grande que los empleados suelen tener malas relaciones personales con sus jefes. Tal vez se mezcle el trabajo con el placer, pero es que es un verdadero placer trabajar con algunos jefes.
En particular, el que he tenido en el último año ha sido un jefe genial, de esos que sacan la cara por los currelas de turno, de los que hace de paraguas para que no nos mojemos con gilipolleces de más arriba. Hacía una labor de contención que seguramente echemos de menos en breve; se ha notado mucho que fue cocinero antes que fraile, y eso, quieras que no, une.
Ha sido todo un placer trabajar a su lado (él se ponía a nuestro lado, nunca por encima), aportando ideas y viéndolas desarrollarse con la plena confianza de saber que las cosas no se hacer porque sí, porque lo dice el jefe, sino porque se ha debatido que eran las mejores opciones. Todo el equipo hemos aprendido mutuamente, incluido él.
Hemos sido sus manos, sus ojos y, en algunas ocasiones, su cabeza a la hora de tomar decisiones, lo cual siempre le hace a uno sentirse valorado (y parte importante, que siempre viene bien a la hora de negociar las revisiones anuales...).
Ahora, se va.
Y es una pena. Para nosotros sobre todo. Monta su propio negocio con otros compañeros, que también se van, y la sensación de vacío, de ver que un gran grupo formado desde el respeto, la unidad y la ayuda al compañero, simplemente, se rompe.
El grupo se queda más cojo, encima, porque uno de nosotros ha desertado para trasladarse al departamento de sistemas, y otro, que es un poco más todoterreno, se nos pasa al lado oscuro de .NET, al menos por un tiempo.
Así pues, pocos quedamos a la espera de cómo nos va a afectar la marejada, si bien últimamente no se oyen cantares alentadores y somos bastante pesimistas en cuanto a nuestro futuro bienestar por aquí se refiere. Pintan bastos, aunque de todo puede pasar, veremos qué cosas va decidiendo la empresa.
¿Sonarán tambores de guerra?
Tal vez, no sería raro. Radio Patio informa de extrañas intenciones por parte de diversas gentes, dentro de la fiabilidad de la rumorología, claro.
El próximo jefe tiene muchas papeletas de ser lerdo (o lerda en su caso, no hacemos distinción de sexos, la estupidez es universal y unisex), porque encontrarnos dos buenos seguidos debe de ser menos probable que nos toquen los euromillones en el curro.
Mira, si nos tocase se nos arreglaban dos pájaros de un tiro, oye; pero esta es una de esas cosas que no suelen cambiar.
En fin, que hasta siempre a jgomez y jmartí, que han sido cojonudos, y que seguro que nos volvemos a ver, en esta vida laboral, o en la siguiente.
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