Pues ahora no voy, ea!

¿No te has enterado?

Me hace gracia cómo se reacciona ante esta pregunta. La respuesta más común es otra pregunta: ¿De qué?

Uno tiene miedo de decir que no se ha enterado de nada relevante últimamente, por no parecer perdido del mundo, supongo, y tampoco quiere dar a conocer su secreto si realmente se ha enterado de algo. Así pues, no se responde, se tira el balón fuera y se piden más datos.

Esta vez hablo de la huelga. Sí, hombre/mujer, la de los transportistas. Esa que conlleva una locura social tan grande como cuando expulsaron de OT2005 a Idaira...

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Tiene cara como de cantar muy bien, no?


Cada vez que hay huelga de transportes la gente se vuelve loca y acaba arramplando de las estanterías de los supermercados con todo lo que pueda imaginar que puede llegar a necesitar mientras dure la huelga. Veamos la lista: pan, leche, azúcar, sal, carne, pescado, aceite, yogures, jamón, gominolas de fresa... ¿gominolas de fresa? Sí, no las ha comprado nunca, pero en cuanto se las ve, ese impulso irrefrenable de ver que es la última bolsa te lleva a comprarlo. ¿Pero si nunca compro gominolas? Da igual. A lo mejor viene la vecina del quinto con su hijo cuando va a ir a echar la basura y puedas engañarle para que te la lleve a ti... sobornándole con... ¡gominolas! Ya está, es suficiente argumento. Que el chaval tenga 3 años y no pueda ni con una botella de Mimosón es irrelevante, te llevas las gominolas.

Seguimos: plátanos, papel higiénico, detergente, pipas, chocolate, galletas, bombillas, pilas, gorro con orejeras... ¿qué? ¿pa qué? No se sabe, pero si al final las gominolas no valen para lo que pretendías y acabas bajando tú la basura, más vale que te abrigues.

Y es que, silencioso/a lector/a, la huelga de transporte ha influido en el clima. Al menos por estos andurriales ha sido matemático. Los camiones dejan de rodar y llueve. Pero no como cuando vino el cutre-huracán ese, no, llueve como debe llover a estas alturas de octubre.

A lo mejor tiene que ver, quien sabe.

En fin, que la huelga viene motivada por el cabreo que tienen los transportistas porque con la subida de la gasolina cada vez tienen menos razones para trabajar. Normalmente estoy a favor de cualquier huelga. En este caso no lo sé.

Piden que a cambio de soportar esa presión extra se les dé ventajas a la hora de jubilarse, por ejemplo.

A mí, la verdad, me parece un poco desequilibrado pedir algo que puede afectar tan a largo plazo por una situación puntual de subida de las gasolinas. Es decir, si ahora se les da lo que piden, ¿renunciarán a ello si la gasolina baja o deja de subir tanto? ¿Y cómo se sabe cuándo el precio es normal?

Esto, además, es una manera de asumir que la gasolina va a seguir como se le ponga en los cojones al amigo americano, así que me parece otra bajada de pantalones. En lugar de tratar de que el precio del crudo nos lo ponga un poco menos ídem, asimilamos que las cosas van a ser así y modificamos todo nuestro sistema de transporte sin saber demasiado bien qué pasará mañana.

Y es que el transporte es como la sangre de un país, sus venas y arterias que llevan lo que se necesita a donde se necesita.

Un ejemplo de esto y de que hay ciertos transportistas que a pesar de todo no secundan la huelga ocurrió anoche. La Leti casi se nos pone de parto, con contracciones y todo, y la transportaron al hospital. Fue una falsa alarma. El paro se paró por unos minutos.

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La pobre, qué mal color se le quedó


No deja de ser paradójico cuando, precisamente, el controvertido céntimo sanitario es una de las exenciones que se piden ;)

Espero, al menos, que haya gasolina luego, que me veo en bici el resto de la semana y trasportado a casa.

2 comentarios:

illa dijo...

A nosotros la huelga nos ha fastidiado una campaña de BIC, cagontó!Yo sí que no voy!

Gorka dijo...

Hola,

pues ya lo siento, al menos se ha acabado ya... parece que al final se han atado los machos... al menos algunos... y otros... se bajan los pantalones

Gracias por pasarte,

Saludos