El Bodorrio II

Dejábamos ayer la boda a punto de salir de la iglesia y con varios kilos de arroz acechando tras la puerta...

Realmente, aquéllo parecía una banda de chinos a la hora de comer. Y no sólo por el arroz, que no era tres delicias ni nada, sino por la cantidad de tubos de esos que al girarlos por la base echan una traca de serpentinas, papelitos de colores y demás fanfarrias. Vamos que aquello parecía una nochevieja en Pekín, pero de día...

Pero, como he dejado entrever en el post anterior, esta boda iba a ser atípica y la salida de la iglesia era un caramelo demasiado goloso como para dejarlo pasar sin más. De modo que, a la salida, justo cuando los primeros puñados enfilaban la bajada en su parabólica trayectoria, y los papelines de colores embadurnaban el cielo sobre nuestras cabezas, Nohemí abrió el paraguas chino comprado en los chinos y que esta vez paró de todo menos agua.

La estampa, original y muy chula desde fuera por alguna de las fotos que hemos podido ver días después, duró mientras duró la lluvia de objetos, aunque su eficiencia decayó mucho cuando la lluvia pasó a ser horizontal...

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¿Véis el paraguas?... nada que ver...


Tras el baño de papeles y arroz, llegó el baño de multitudes, con todo el mundo acercándose a saludar, dar la enhorabuena, celebrarlo desde ese mismo momento. Hasta me encontré con algunas personas que no esperaba ver (gracias por acercaros) y que saludé de la mejor manera que la vorágine de caras que teníamos frente a nosotros me permitió hacerlo.

Después, las fotos. Teníamos claro que queríamos tener una foto de toda la gente de la boda, al estilo de las viejas fotos de la abuela en la que la familia directa llenaba una instantánea para el recuerdo, o de un equipo de fútbol... americano, con unas 75 personas sonrientes que esperamos volver a ver cuando podamos reírnos con comentarios del tipo joder, este todavía tenía pelo, o mira esta qué delgada estaba, a medida que nosotros mismos nos vayamos alejando de la imagen que tenemos ahora frente al espejo cada mañana.

Unas nubes permitieron que la sesión de fotos, perfectamente organizada, fuese más llevadera, porque el tiempo fue magnífico hasta para esto: seco, pero no del todo soleado.

Aunque a más de uno debió de parecerle una soleada jornada, porque creo que agradecieron poder ir a empezar a disfrutar de la barra libre desde antes de comer mientras nosotros nos quedamos haciendo el reportaje fotográfico y de vídeo. Toda una experiencia, la verdad.

Cuando llegamos al restaurante, saludamos más si cabe a la gente, e incluso a algunas personas que hicieron caso omiso de nuestro deseo de que todos fueran a la ceremonia en la iglesia, y esperamos a que todos hubieran entrado al salón donde se iba a celebrar el banquete.

Porque en la entrada al salón, otra sorpresa se preparaba...

- Venga, tía, termina de ir al baño, que tenéis que estar todos ahí cuando entremos.
- Que sí, que sí, que luego nos vemos y ya hablamos de lo que sea pero ahora todos tenéis que estar ahí dentro, venga, dale, dale...

Un pequeño gesto al diyéi, y una música comenzó a sonar, a tronar, en el comedor... justo cuando, parapetados detrás del paraguas chino, se abrieron las puertas, y entramos al ritmo de la música para dar a los asistentes la siguiente sorpresa...

Pero eso, para mañana...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jo tio.. me has dejado mas intrigado que despues del final de un capitulo de 24!!!.. jajaj.

Bueno acabamos de estar comiendo, ais que como ya te hedicho, mañana sin falta te leere ese sorpreson!!. jeje..

La semana que viene nos vemos!!..

Ale a asentar el pato mandarin!!!!! ajjajaja

Cuidate

Gorka dijo...

Espero que el nuevo capítulo te mantenga enganchado... la verdad es que, sin pretenderlo, me están quedando una serie de posts de lo más intrgiantes, jejejeje

Salu2!!!