Viva el Sistema

Dicen algunos que tenemos mucha suerte de vivir en una democracia del primer mundo y en un sistema económico que combinado con esa democracia nos permite un estado de derecho en el que podemos vivir en libertad.

Supongo que sí, que tenemos suerte de que el Imperio no nos imponga qué pensar o qué beber, o qué comprar, o qué votar... aunque muchos lo pretendan con el beneplácito del sistema.

Supongo que las cosas siempre se ven mejor desde fuera y el vecino siempre vive mejor que nosotros; es humano creerse en peor situación de la que realmente soportamos cada día.

Mientras unos se preguntaban cuándo podrían comer hamburguesas del McDonald's, otros se preguntan si mañana podrán comer algo.

Hoy, un ejemplo nos muestra que nuestro sistema está lejos de ser perfecto. Dicen los de más a la derecha que nuestra felicidad pasa por convertirnos en seres de consumo. Respetar las reglas de lo económico nos da un suelo firme sobre el que pisar. Si todo el mundo se conforma con lo que puede pagar y sabe que no puede aspirar a nada más (ni nada menos), entramos en neofeudalismo basado en el dinero, como si la riqueza de una persona pudiera medirse por su cuenta corriente.

Una de las normas es que si pagas por un servicio y dejas de pagarlo, se acabó el servicio. Desde las horas con una puta hasta el teléfono móvil, todo se compra, todo se valora, todo se cuantifica.

En particular, es lógico que si dejas de pagar algo básico, como la luz, no hay atenuantes, no hay discusión: dejas de pagar, dejas de tener luz.

El problema viene cuando, como es el caso, cuando dejas de tener luz, dejas de vivir.

Una mujer enferma que dependía de la respiración asistida que una máquina le proporcionaba, ha muerto porque el sumistro eléctrico que mantenía a la máquina funcionando se fue de la casa por orden de la compañía eléctrica.

Y no, no se trataba de una decisión de otra máquina, no se trata de que un programa informático que detecta que ha pasado el plazo de pago correspondiente y corta el grifo de electrones; no, se trata de una operario que se pasó las advertencias por el forro de los caprichos.

El dinero no tiene sentimientos, las empresas sólo los usan en campañas publicitarias, la electricidad va donde se le manda. El técnico también.

En mi papel pone que tengo que cortar, no atiendo a nada más, si pone que se corta, se corta.

Y una mujer muere.

Viva el sistema, viva la empresa, viva la electricidad; a nivel de humanidad han demostrado estar al mismo nivel.

Joder, esperemos que no acabemos siendo como militares a la espera de órdenes que cumplir sin pensar.

Joder, ¿quién tiene más culpa? ¿La mujer por no pagar? ¿La empresa que ordenó cortar la luz? ¿El técnico que acabo cortando el suministro?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que fuerte tio!!.. me parece una sobrada... pero una duda me ruge, si dependia de la electricidad, y se la cortan, bien.. epro es que en todo este tiempo ¿¿no se le fue la luz alguna vez??, ¿¿no tenia un suministro a parte??

No conozco los hechos ni las condiciones dela pobre mujer... pero aun asi, me parece un delito, no hacer caso de las advertencias, y "cortar" por lo sano. Bien podian haberlo llevado a un nivel legal, o algo asi, todo lo posible por no llegar al tragico final que comentas.. pero el mundo esta lleno de cabr..itos..

Un saludo..

Gorka dijo...

Pues sí, es raro, pero más si cabe es que el técnico no esperase a que la trasladaran a un hospital o se llamase a una ambulancia o no sé...

Salu2!

P.D: De cabritos está el mundo lleno, sí...