Qué pasa tíííííííííííííííííííííío!

Recuerdo el revuelo que se montó en mi colegio el día que uno de la clase, alguien a quien mantendré en el economato, iba a cambiar de estado como nadie entonces se podía siquiera imaginar.

Muchos eran quienes cargaban y echaban pestes sobre sus hermanas pequeñas (curioso, porque creo recordar que al menos tres chicos de mi clase tenían hermanas que a su vez también compartían clase), pero no tantos, o al menos se tenían en menor grado de desagrado, hablaban (mal) de sus hermanos mayores.

Entre estos últimos se encuentra el protagonista del inicio de este post, dado que, con hermanos realmente mucho mayores que nosotros, fue el primero de la clase en pasar a ser tío.
No es que se sometiera a un cambio de sexo, que chico ya era, quiero decir que se convirtió en tío, de un sobrino, de esos de dar la paga los domingos cuando aún tienes edad para recibirla.

El impacto fue muy interesante, porque algo que en principio puede ser algo bueno, motivo de alegría para la familia, se convirtió en la más pesada losa para el pobre chaval. El choteo acerca de que iba a ser la tía ***** [léase el femenino de su varonil nombre...], o el dame la paga, tita pueden no comprenderse a estas edades, pero en aquellos tiempos eran un auténtico despiporre.

Supongo que es la tendencia natural de reírse del diferente que arrastramos hasta bien entrada la madurez, si es que la llegamos a alcanzar algún día.

Pues bien, ahora, muchos años después y en vista de mi condición de hijo único obligado a mantener el apellido familiar como un Felipe cualquiera, el hermano de mi novia, aquel llamado a darme los únicos sobrinos de los que podría disfrutar (o sufrir, habrá un poco de todo, supongo), va a ser padre.

De modo que, por osmosis familiar, mi novia a ser tía y, por añadidura, yo, tío.

Estamos todos un poco locos con el tema, porque va a ser el primero de los nietos de esta rama de la familia, y nos estamos haciendo a la idea poco a poco.

Aunque, por de pronto, aquello de vas a ser padre!, vas a ser tía!, vas a ser abuelo!, vas a ser abuela! ha sonado casi intermitentemente por el teléfono, las charlas y en las comidas.

Aún no se sabe el sexo de la criatura, aunque las brujerías de barrio parecen indicar que será una niña. Los nombres se están empezando a barajar, y hay de todo, desde Izar hasta Petronila.

Entre todos elegiremos muchos nombres, que cribarán el padre y la madre... y al final elegirá la madre, como casi siempre.

En cualquier caso, es un nuevo reto a afrontar, una nueva etapa que se abre, una ilusión por vivir, y un churumbel que malcriar (ya se preocuparán sus padres...).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Espero que no te dejen a ti escoger el nombre, je, je.

Ser tio mola, mi situacion es similar a la tuya, tio porosmosis, por aghora mola mogollon porque no sabe pedir la paga

Gorka dijo...

Hola!

lo dices por lo de Petronila? y quién dice que ese nombre lo propuse yo?

Mira que eres canalla, Aute, digooo, Javi... :D

Ah! y te ahorrando como yo, pa la pleiesteison catorce o lo que sea que haya cuando sea ya un tierno infante, como Froilancito...

Salu2!