Ensayando sobre la lucidez

Hace más días de los que me habría gustado dejar pasar antes de escribir este post, acabé con el segundo asalto que Sara Mago, esa gran pintora, y yo, hemos disputado en forma de lectura literaria.

Tras leer Ensayo sobre la ceguera, que me impactó por su estilo bloggero, me lancé a este segundo asalto que ha sido todo un acierto haberlo leído después, porque, sin llegar a ser una segunda parte, sí que es cuatro años después que el primero, y usa algunos de los protagonistas de aquél.

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Ensayo sobre la lucidez


Si en el primero el blanco aparece como el color de una inexplicable ceguera, en esta ocasión, es el voto de la mayoría lo que toma ese color. Y si negro se presentaba el panorama para los protagonistas de aquella trepidante historia, esa ausencia de color se aprecia en la clase política que no sabe cómo reaccionar antes semejante acto de rebelión popular.

Supongo que muchos conoceréis esa camiseta antimilitarista que dice eso de ¿Y si hay una guerra y no vamos nadie?. Saramago, en esta ocasión se pregunta (y responde) a la cuestión ¿y si hay elecciones y todos votamos en blanco?.

Este es el inicio de un libro que sigue fiel a su estilo narrativo. No quiero destriparlo, pero resulta real como la vida misma aunque se esté tratando un hecho tan poco improbable como que el ochentaypico por ciento del electorado de una capital cualquiera se decante por el voto en blanco. Realismo mágico casi, vaya...

La historia se desarrolla gracias a las reacciones de los políticos, todos, que no saben cómo seguir arrimando el ascua a su sardina y decir que han ganado a pesar de los resultados. Todos ganan, como siempre, pero internamente las cosas se mueven mucho más allá de lo imaginable.

Una vez más se nos retrata a la humanidad como conjunto y las verdaderas pasiones que nos mueven; bajezas de toda índole y color pegándose por tirarse a la poca virtud existente.

Reconozco que el final se ve venir, más que nada porque a medida que pasan las páginas, ves que va quedando poco sitio para un final que no sea el que es, lo cual no quita para que sea un buen final.

No tengo demasiado claro si ambos libros forman, con el que falte, una trilogía o no, pero desde luego están más que conectados.

Reconozco que este portugués, a cuyo país solemos mirar un poco por encima del hombre desde aquí, salvo cuando nos ganan en fútbol, me ha cautivado. Tanto, que indagué la posibilidad de que el siguiente libro que fuera a leer fuese El Evangelio según Jesucristo, del que me han hablado muy bien.

Como alguien se me había adelantado, he tenido que hacerme con otra elección, y confieso que estuve a punto de caer en las garras de Matthew Pearl y de formar parte de su Club Dante, pero no, me aguanté como pude amarrado cual Ulises escuchando cantos de sirena, y me he metido en otro embolao, otro posible best seller, que espero no sea malo.

Todo, claro, a la espera de poder preguntarle a Javi (o a google) quién narices escribió Un Mundo Feliz o Fahrenheit 451 (coño! Ray Bradbury, si es el de Crónicas Marcianas)...

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