Mi Clan

Este fin de semana, y el anterior, han sido fiestas de mi nuevo pueblo, Durango. Bueno, de nuevo tal vez le vaya quedando poco, pero un fin de semana en casa es como estar de vacaciones todavía, así que...

No he participado prácticamente en nada de las fiestas, salvo en un concierto gratuito para las masas del sábado por la noche.

Un grupo con un guitarra durangués (como el alavés, falso y cortés) hizo las delicias de la gente que se arremolinó en el lugar, aunque el verdadero concierto empezaba un poco más tarde.

Es gran grupo, infravalorado y maltratado por las sucesivas hornadas de pseudo-artistas cantarines llamados OTi (donde i va de 1 a 8 ya?), llamada M-Clan, mi clan, que tantas alegrías me ha dado enlatado en formato mp3, esta vez hizo las delicias de mi persona y, para sorpresa de mi persona también, las de los muchos que se acercaron al concierto, en vivo y en directo.

Pensar que tal vez fuese la persona de más edad de entre el público no habría sido descabellado de no haber visto a más de un señor, de los de todas las letras, ataviado como un jevilongo ochentero cualquiera pululando por allí. Y eso también me sorprendió.

Ver a una banda de veinteañeros (como si aún no lo fuera yo también) y teenagers varios botando y cantando al mismo ritmo que yo, volviéndose locos con las mismas canciones que yo... joder, he empezado a sentirme como aquella profesora de matemáticas que flipaba porque a algunos de clase les gustaba AC/DC... decía que eran de su tiempo. M-Clan me parece ahora de mi tiempo...

En fin, que este post iba a salir ayer, pero al final va a salir hoy cuando lo termine, por lo que, si se nota cierto cambio de tono, pretendido, por otra parte, bienvenido sea.

El concierto estuvo muy bien, Carlos Tarque, en su línea de chowman total, de líder indiscutible de una banda (nunca mejor dicho) que en mi opinión se ha llevado todas las mejores canciones de los últimos años en el panorama nacional. Sí, sí, por encima de Morsa, Plis-Plas, Bustaflante y demás, incluida Nika, Leticia, Vicente y demás congéneres menos conocidos.

Como nos olvidamos de la cámara, pongo una cualquiera...

Pero lo que realmente me alucinó, más allá de los saltos, movimientos, giros, muecas, locuras varias y alusiones al público del cantante, fue encontrarme a un tío que, nunca lo podría haber imaginado, disfruta de esas canciones más que yo.

Y eso se nota, vaya si se nota.

Por eso no será nunca igual oír a un producto salido de una fábrica de fracasos televisivos que se hunden cuando dejan de estar en el candelabro que disfrutar de la música real, del verdadero arte, de la esencia misma de la cultura en un directo como el de MClan. Un directo que

Olé, olé y olé, si fuera tía me hacía groupie.