No querer para los demás lo que no se quiere para uno
En mis tiempos de tierno infante que acude a un colegio privado, de curas, mixto, tuve un profesor de religión la mar de cachondo.
Era el clásico viejete que estaba allí más por antigüedad y el respeto a la edad que por méritos propios, de modo que, en la medida de lo posible, se mantenía fuera de asignaturas serias.
Tal vez por eso, desde el ateo punto de vista del escribiente, era profesor de religión.
Aunque en realidad era algo más parecido a la ética, si puedo imaginar cómo es esa asignatura, que a la propia religión. Se trataba de tratar de incrustar en nuestras maleables mentes una idea, un ideal, un principio de conducta.
No quieras para los demás lo que no quieras para ti
En esa frase se esconde el núcleo de las bondades humanas, la clave para la convivencia feliz de la humanidad, la razón que llevaría a las misses a dejar de desear la paz en el mundo si se siguiera.
Lamentablemente, parece ser que sólo nosotros, aquella clase de 30 salvajes indeseables, tenemos grabada en la mente ese mantra.
El mundo se encarga de recordarme cada día que se basa precisamente, en desear, e imponer, en los demás lo que no queremos para nosotros. En un intento de que no nos ocurran cosas malas, se las hacemos pasar a otros.
No nos gustaría que nos dejaran en la calle, detrás de una puerta tras la que sabemos que podríamos conseguirlo todo, de modo que cada día imponemos leyes migratorias más rígidas; las que no querríamos para nosotros.
No nos gustaría que nos tiraran una bomba atómica, de modo que intentamos tenerlas todas.
Las cosas van bien en esta idea, mientras las conciencias miren a otro lado, la televisión nos anime a dejar de pensar, los medios nos muestren su realidad en lugar de la realidad.
Pero de vez en cuando, alguien varía las reglas de juego y sale más allá de sus posibilidades mundiales.
Esta vez, otra vez, Corea del Norte dice que no pasa por ese aro. Temen al mayor arsenal de bombas nucleares del mundo, de modo que quieren para los demás lo que les están haciendo tragar. Pagan con la misma moneda.
Hace unos meses comenté el tema de que un pequeño y rocoso país se enfrentaba al matón del patio del colegio a base de usar sus mismas armas.
Hoy, esas armas van a poder llegar a ser en sentido literal, ya que Pyongyang está planteando hacer pruebas nucleares, dicen, gracias a las presiones americanas. Lo jodido es que, además de plantear, se van a plantar.
Auguro otro caso de ceguera mundial, donde no queremos que nos amenacen bombas nucleares extranjeras, pero tenemos las nuestras preparadas. Englobando en ese nosotros a toda la comunidad occidental.
P.D: El original del título es ez nahi besteentzat zuretzat ez nahi duzuna.
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