Mi Nino

En la celebración del 300 post del blog alguien comentó si me iba a hacer un regalo, y yo apunté a una pista muy particular...

El viernes esa pista se hizo realidad, y, como decía mi padre, ya mando un poco menos en casa al entrar, como un elefante en una cacharrería, un minino de lo más chulo... mi minino, mi nino... jejejejeje qué título tan tonto...

Image hosting by Photobucket


En fin, que un gato de un mes de vida, así, pequeñín, torpe en el andar y aventurero en el saltar, que depende totalmente de ti para comer, dormir, jugar, etc, me está pareciendo una experiencia genial... aunque tenga la sensación de mandar un poco menos en mi vida (ya veremos lo que hacemos en vacaciones para poder llevárnoslo...).

Tener a un satélite rondando tus pies cada vez que te haces el desayuno, o escucharle maullar cuando está solo en la cocina cuando te vas a la cama, da una sensación de responsabilidad que no había tenido nunca. Será porque nunca tuve una mascota así.
Tuve peces y pájaros, pero no son lo mismo. Esos están metidos en su sitio y sin más, te puedes olvidar de ellos salvo cuando tienen que comer y cambiarles el entorno. No tienes que estar tan pendiente de ellos.

Un gato es diferente. No puede estar encerrado en un sitio sin más, se convive con él. Va detrás de ti, te pide jugar, pasa de ti, se mete por debajo del sofá y aparece en los anuncios, es alguien más con quien relacionarse.

Y eso mola.

Más que una mascota es un amigo al que hemos salvado de las garras de la muerte. Todo porque otros no lo quisieron, y los que nos lo pasaron no podían tenerlo.

¿Qué haces cuando semejante situación?

Te lo llevas o lo tiran al río. Así, sin oportunidad de vivir.

Pues nada, que aunque fuese precipitado nos lo hemos traído. Y en un fin de semana se está ganando nuestro afecto.

Y, como decía, él es uno más en casa, esperamos también ganarnos el suyo, para que quiera acompañarnos en las siestas en el sofá, o viendo nuestro programa favorito de la tele.

Si cada persona es un mundo, el gato anteriormente conocido como ese que me rasca los pies, y ahora Kay (que así le hemos llamado), es toda una personalidad por descubrir y moldear. Bueno, y disfrutar, porque, como me dice un amigo, Dios creó al gato para que el ser humano se diese el gusto de acariciar un tigre...


Eso sí, como se le ocurra rascar el sofá o las cortinas, va a dormir al balcón.

Por estas.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Créeme que sé de lo que te hablo cuando te digo que ya no tienes casa: ahora es el gato el que te deja vivir en su piso. Verás cuando se restriegue contra toda cosa nueva que metas en casa para asegurarse de que tiene su olor. Y, si no, al tiempo. Eso sí, merece la pena, verás.

Gorka dijo...

Eso creo que va a pasar, sí... lo que espero que haga el menor destrozo posible; que la casa es nueva... y los muebles, y las cortinas, y las alfombras, y el sofá, y...

Desde luego me lo tomo como un compañero de piso y espero que nos llevemos todos bien, porque lo que está claro es que si se pone la cosa chunga... seguro que acaba haciendo de nosotros lo que quiere...

Gracias por el comment, salu2!

Anónimo dijo...

Tranquilo, que no creo que llegue a echarte de casa...