Mi abuela
Aún me queda una abuela. De los cuatro abuelos/as con los que cada uno empieza la partida en este mundo, sólo me queda una. El viernes estuve de visita y me he dado cuenta de que cada hora que paso con esa mujer, es una hora bien aprovechada de relax, paz y sesudo análisis de la realidad.
Ya comenté una vez que las generaciones se van degradando cosa mala, de modo que pertenece a una generación que habiendo vivido lo peor del siglo XX, en efecto es lo mejor del siglo XX. Respecto a su edad, diré lo que ella dice siempre, nací en el 27, echa cuentas. Así pues, vivió sin ella saberlo el crack del 29 con dos años, con 9 años se enfrentó a una guerra civil, con 18 vio de reojo la segunda guerra mundial, y sobrevivió toda la dictadura hasta la llegada de la democracia.
Pero es que además, lleva más de la mitad de su vida sufriendo las consecuencias de una caía de un carro que le dejó el brazo izquierdo prácticamente inútil. Así pues, con una invalidez parcial, tres hijos (entre ellos mi madre) y un marido a la vieja usanza, creo que puedo reafirmar lo que ella siempre dice esta vida es corta, pero muy dura.
Y es que cada palabra que sale de su boca es una perla de sabiduría popular en forma de refrán. Es la clara prueba de que la inteligencia no te la da un título, y que hay vida después de los 70.
No voy a entrar a recitar todos los dimes y diretes que conoce, porque estaríamos aquí hasta mañana, probablemente, pero sí diré, como muestra de salud mental, que es la base de datos de los cumpleaños de toda la familia. Dile un nombre y te dirá su fecha de cumpleaños, todos los nombres de quienes cumplen ese mes, y todos los que cumplen en ese mismo día en otro mes. Además, encontrará la manera de ir sacando a la luz a todos los demás a base de extrañas manipulaciones matemáticas. Así es ella. No sabe cómo funciona un vídeo o un móvil, no lo necesita, pero te dirá sin dudar todo lo necesario para que una huerta no se eche a perder con las heladas, o la cantidad de forraje que hay que echar a los burros. La capacidad humana aplicada a la supervivencia en lugar de a hacer el gilipollas entre luces de colores y música repetitiva.
Espero llegar a su edad con la lucidez mental que ella gasta. Tal vez, incluso con alguna de sus manías como la de no comer yogures o pechugas de pavo.
En fin, supongo que todo se debe a que esa generación trabajó para comer (si hoy no se trabaja, hoy no se come) y pasó hambre. Después se pasó apetito. Nosotros vamos al gimnasio para bajar lo que comemos, y la tasa de obesidad infantil y adolescente se dispara actualmente... la progresión es clara: cuanto menos hay que hacer para comer, menos se desarrollan las capacidades.
¿Tendrá algo que ver la cantidad de lo que se come con la agilidad mental en la vejez? La respuesta, dentro de 45 años.
Vaya desde aquí el reconocimiento y cariño de su nieto mayor (y por tanto, el que más tiempo la ha conocido), aunque ella nunca lo vaya a ver seguramente, porque otra de sus cosas es yo, por si acaso, no lo toco.
Eres la mejor, abuela.
P.D: Notar que mantengo mi propósito de mantenerme al margen de polémicas, calentones y abusos. Y me noto 300 gramos más feliz, oye.
La web es un poco mala, pero es que el pueblo es bien pequeño...
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