Ni te cases ni te embarques
Pues sí, otra vez es martes y trece, justo cuando se supone que estamos en la semana que puede marcar el devenir del futuro más cercano en forma de nueva casa. ¿Será una señal?
Ni de coña, con las ganas que tengo ya de ponerme a limpiar, airear, conocer viejas vecinas chismosas... ¡y de estrenar garage!
Va a ser complicado, pero va a ser genial.
Hoy es inevitable dedicarle el post a un día tan señalado como en el que nos encontramos. Puede que los anglosajones o aquellos influidos por la cultura anglosajona no lo comprendan aún, pero es que nuestro Martes y 13, además de un dúo cómico, es el equivalente a su Viernes y 13 (de ahí el nombre de la saga de películas).
Puede que los de Canal 4 no lo sepan o, sabiéndolo, lo hayan utilizado para lanzar una nueva serie: Roma.
Ya he visto el primer capítulo, además en versión original subtitulada, como en las pelis de madrugada de la 2, que me llegó, una vez más, vía email.
La verdad es que la serie me gustó cómo empezaba, porque si bien parece que todo acaba con las Galias bajo el pie de César (eso de los irreductibles galos es un cuento chino, bueno, francés), pero que va, en seguida se ve que esto es sólo el principio y que las hostias que están por llegar van a ser como panes y, sobre todo, fratricidas.
La ambientación es lo mejor de la serie. No sé hasta qué punto es fiel a la historia, lo cual siempre es complidado cuando han pasado más de 2000 años (la historia tiende a retorcerse más que la tiempo con la gravedad), pero sí que se ven a muchos personajes históricos reconocibles por el nombre. Cosas como el senado romano se ven como algo cotidiano y natural.
Y natural también son todas las intrigas y demás escarceos sexuales (que no amorosos) que se presentan como la columna vertebral de la serie.
La verdad, para no perdérsela hoy.
Sobre todo porque una miniserie que empezó ayer y termina hoy, probablemente con la intención de echar por tierra el estreno de Roma, en Antena3, me ha decepcionado totalmente.
Se trata de Los 4400, una especie de miniserie de dos capítulos en la que se plantea un extraño caso de 4400 personas desaparecidas en diferentes épocas y lugares. La idea está bien, es interesante ver a alguien como una niña de ocho años nacida en el 28 en la época actual viendo la tumba de sus padres... o a un negro de los años cincuenta enrollado con una blanca flipando porque el subsecretario de defensa es negro... 50 años después...
Lo que no me ha gustado nada ha sido la puesta en escena, y que el actor más conocido sea Peter Coyote, que es como decir que en Escuela de Rock la voz la pone el de las Zapatillas...
Si en lugar del bombo que se le ha dado desde la cadena se hubiera emitido en horario típico de las cutreces de Antena3 (léase tras el telediario), la miniserie habría pasado sin pena ni gloria por las pantallas.
Y es que si la idea está bien (o me lo parece), el guión es un poco flojo, demasiado evidente, haciendo obvias todas las cosas que se ven venir desde lejos. No sé cómo acabará, pero sé que no acabaré con los ojos como platos, porque, aunque no lo acabé de ver ayer (que esa es otra, a ver quien es el majo que se está hasta las tantas un lunes por la noche), no creo que me cueste mucho volver a seguirle el hilo, y seguramente hoy me meta a la cama sin saber el final y no me costará dormirme (no al menos por eso).
En cualquier caso, y sea como sea, recomiendo ver hoy Roma, en Canal 4.
Buen provecho.
P.D: Y para más coña, este post es el número 213
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