Día de los Derechos Humanos
Ayer, día 10 de diciembre, fue el Día de los Derechos Humanos. Se trata de la celebración de esos derechos que, como su propio nombre indica, todos los seres humanos (y no tanto) tenemos simplementente por el mero hecho de ser humanos.
Si bien es cierto que esto se cumple a medias en la mitad del mundo y nada en la otra mitad, no deja ser algo con lo que llenarse la boca en esos mítines que muchos políticos de nivel mundial se tiran unos a otros como razones para hacer o no lo que se esté tratando.
Lo mismo sirven para invadir Irak como para votar en contra del protocolo de Kioto, ya ves tú, pa un roto y pa un descosido.
En cualquier caso, no deja de ser irónico a más no poder que el dictador chileno Augusto Pinochet haya muerto, precisamente, el Día de los Derechos Humanos, esos que tanto se pasó por el forro en vida y por cuya violación ya no pagará como condenado.
Mucho medios hablan de que le atrapó antes la muerte que la justicia, yo digo que no hace falta que esté vivo para condenarle. De igual modo que se dan premios o insignias a título póstumo, se debería poder juzgar los actos de este malnacidohijodeputa como lo que fueron: verdaderas y muy, probablemente, incómodas violaciones de los derechos humanos.
Aunque, oye, lo mismo esa banda de rojos comunistas no puedan ser considerados humanos, de igual modo que los inquilinos de Guantánamo, y no se consideren dichos derechos, que para todo hay...
Curiosamente, el viernes, cuando aún agonizaba y parecía que la muerte le iba a ser esquiva una vez más, vi en el CQC un valiente reportaje en el que se acercaban a sus defensores. En él, además de demostrar su gusto por Pinochet, enviaban sus saludos a sus hermanos franquistas españoles. Todo fue bastante vergonzoso, desde ver cómo defendían que se hubiera liberado a Chile de los comunistas (como si fueran ratas, oye) a oír cómo se cagaban en Garzón por su intento de juzgarlo en su día.
Al final, el reportero tuvo que largarse acompañado/escoltado por la policía y recibiendo las caricias de un exaltado. Fuentes, en la línea izquierdista de la cadena, ironizó sobre los pinochetistas a la vuelta del reportaje y de que parecía que se recuperaba, a lo cual me hice cómplice, pero ahora, tras la esperable noticia, me queda ese mismo regusto amargo que a Isabel Allende y demás familiares de víctimas de que no será juzgado y condenado por sus crímenes contra la humanidad.
Se va de rositas, saliendo por la tangente de la vida que puede llevarle a morir como un condenado.
Es una pena que gente así se escape de sus responsabilidades. Máxime siendo responsable de más de tres mil muertes y veintiocho mil desaparecidos. Unas torres gemelas, vaya, pero con más sufrimiento, todo un Bin Laden que no sólo no sufrió las iras de sus vecinos del norte, sino que encima tuvo su consentimiento y apoyo.
La sociedad chilena parece aún dividida por este malnacido, aunque al menos, la presidenta, no le va a otorgar honores de jefe de estado en los funerales. Se le va a tratar con honores militares, que eso nadie duda que lo fue.
Ahora que muere el personaje real, ¿cómo le tratará la Historia, esa a la que aspiran los grandes hombres?
¿Será un luchador por la libertad, o un asesino y torturador? ¿Liberó medio Chile o esclavizó a la otra mitad?
Desde aquí, como diría John McLane, Yippie Kay Jay, ...
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