El Pestazo

Que bien se vive cuando se vive bien, dice el dicho, y la verdad, por incómoda que ésta sea, es que es una realidad como un templo.

A vivir bien contribuyen, entre otros, el tiempo ocioso que tenemos cada uno para dedicarnos a esas aficiones o tareas que nos apetece hacer y que nos hacen sentirnos bien.

Hay quien dedica su escaso tiempo libre a las más variopintas actividades, desde salir hasta altas horas de la madrugada a ponerse hasta arriba de todo mientras escucha una música repetitivamente monótona, hasta salir a altas horas de la madrugada a ver las estrellas con su telescopio.

Los hay que van a pescar, a cazar, o simplemente observan a los pájaros. Los hay quienes gustan de algún tipo de modelismo o quienes pueden acceder a los objetos añorados de verdad, como con los coches caros, por ejemplo.

Algunos prefieren el campo, la playa, el aire libre en general, aunque también hay algunos a los que les gusta más quedarse en casa, en un bar, en un recinto cerrado.

Existe tanta variedad de aficiones como personas en el mundo seguramente, porque, aunque muchos compartan afición, cada uno puede tener más de un pasatiempo en el que verter el tiempo restante de la vida que nos queda por vivir después de trabajar y dormir.

Por supuesto, en aras de la felicidad y la paz mundial, hay quien aprovecha para hacer negocio a costa de estas necesidades de ocio y, disfrazado de serpiente en el paraíso, pretende hacernos caes en sus redes al metálico ruido de las monedas en sus bolsillo, clinc, clinc...

Se venden todo tipo de aparatos, artilugios y gilipolleces varias para que gastemos nuestro tiempo y dinero en aquellas actividades que a cada mercader de ocio le reporta mayores beneficios. Que si juguetes educativos para el niño y la niña, que si el aparatito de turno para tener una edad cerebral más joven, que si el libro que enriquecerá tu cultura más allá de lo deseado, etc, etc, etc.

Y entre todo ello, por supuesto, las obras audiovisuales sujetas a derechos de autor.

- Acabáramos, si al final esto es otro post contra la $GA€! Este blog se repite como el chorizo...
- Que no, que no, que esta vez el tema es sólo de refilón y para no repetirme!... - es que el sábado estuvimos viendo El Perfume y nos sacaron 12.20 euros a punta de entrada.

Dos para la cuatro, por favor...

Joder, 12.20, 6.10 por cabeza, no me jodas, más de las mil pelas, ¿a dónde vamos a llegar? Sobre todo porque, encima, la peli va bien hasta que Dustin Hoffman cae por su propio peso... que es como a mitad de metraje. Después, no sé si como el libro, pero de manera totalmente absurda e inteligible para mí (y mi cinéfila acompañante), la historia desvaría hasta tener tintes psicotrópicos y alucinantes.

Vamos que con el olor de los cuerpos de trece mujeres, el buen señor inventa el antepasado de la viagra y claro, al final se muere.

Vamos, que el perfume se fue, sutilmente, convirtiendo en un auténtico pestazo. Eso sí, estos mercaderes del ocio llamado cine van aviaos si creen que van a volver a metérmela doblada.

¡SE ACABÓ!

No pienso volver al cine NUNCA!*

P.D: Y menos mal que no fui a ver Casino Royale, que si no... menuda patraña de James Bond, si Sean Connery levantara la cabeza... ay, no, quita, que sigue vivo... p'haberlo matao, oye...

*: ... lo cual no quiere decir que no vuelva a ver una peli, sino que no pienso pagar más de seis napos nunca más, ea...