Un post que no va a gusta a nadie

El primer profesor de literatura que tuve decía que, salvo en los exámenes, copiar es bueno. Yo lo veía como una forma de justificar el plagio, al apropiamiento indebido, o las ganas de no trabajar de los literatos.

Después, con los años, he llegado a comprender a lo que se refería, aunque sus palabras tuvieran desastrosas consecuencias en los oídos de la clase en forma de estúpidas y burdas capturas del genio ajeno. Aquello de clavel almidonado de gargajo gustó y apareció en más de la mitad de las obras de la mitad de la clase...

Más tarde aún, en una película (Piratas de Sillicon Valley, malísima...), un joven Guillermo Puertas decía aquello de los grandes artistas copian, los genios roban, parafraseando a Picasso.

Hoy, no llego al nivel de genio, pero sí voy a copiarle la idea al autor del libro que he leído este verano: Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie.

Pedazo de título.

No sé si existen reglas sobre cómo titular un texto, pero me parece que uno tan largo queda fatal en las portadas de un libro de bolsillo, que es como me lo compré. En cualquier caso, cumplió con su función de atraer mi mirada de entre todos los que habitaban en aquellas estanterías del Saveko.

Como estudiante de ciencias, la historia acabó para mí en la Revolución Francesa, de modo que no tengo ni idea de primeras ni segundas repúblicas, no sé si soy carlista o isabelino, ni tengo ni puta idea de qué narices regentaba La Regenta.

Y, claro, no sólo a nivel nacional, que ya tiene guasa, a nivel internacional soy excelente, porque sólo sé que no sé nada. Conjunto vacío, oiga (esto del oiga se lo copio también a quien quiera que lo escribiera la primera vez que lo vi). Como mucho algo de Darwin, Julio Verne y Watts, pero ni idea de Juan Pablo Duarte, Luis Felipe de Orléans o Karl Marx.

Y, claro, la guerra civil, esa en la que tuve un abuelo en cada bando, esa en la que uno de ellos sobrevivió a una herida de bala cerca del pulmón porque, casualidad, estaba respirando (al inspirar el pulmón habría estado más hinchado y mi abuelo muerto), esa de la que parece que no se puede hablar sin levantar ampollas, esa, no existe para mí.

Pero sí existe el interés, y de ahí que acabase leyendo el libro.

Y tengo que decir que el autor fracasa estrepitosamente en su intento de desagradar a todos, porque a mí me ha gustado. Más allá de buenos y malos (tal vez porque creo que estoy del lado que el libro considera "buenos"), se habla de hechos. Actos y anécdotas que ocurrieron y que van hilando de forma casi continuada y por encima todos los actos más relevantes de la contienda. El vuelo de Pako en el Dragon Rapide, la incursión por Extremadura de los "moros" (curiosa alianza... quien lo diría hoy en día...), el sitio de Madrid, Paracuellos, la batalla de desgaste del Ebro, la caída cuasi-rendida del Cantábrico (esos astúres!)... y todo sazonado con vivencias personales de aviadores americanos de uno y otro bando, nacionales (se dice que el llamarles así en lugar de "rebeldes" venía de una campaña de buena publicidad extranjera...) y rojos que quedaron en el otro lado, mujeres que se las arreglaban para hacer tortillas de patata sin huevos ni patatas.

Y también, claro, las luchas internas de poder de un lado y de otro, personajes como Durruti y Azaña, Franco y Mola. La ayuda descarada de la Alemania nazi y la Italia de Mussolini, el complejo de Francia e Inglaterra a la hora de tomar partido. En fin, de todo un poco. Ah! y el bombardeo de "Guernica", donde los alemanes probaron una nueva técnica de bombardeo que se haría popular en la segunda guerra mundial.

Si no fuera que ocurrió, o tal vez, precisamente por eso mismo, he leído el libro con la angustia propia de ver morir a una segunda república. Primero por el desacuerdo de las izquierdas, luego por la mano en el cuello de las derechas. Todo iba en su contra y poco se podía hacer cuando desde todos los lados se pretendía llegar al poder sin importar la salud de la república en sí. Bueno, todos menos quien se llevó el gato al agua y convirtió el país en su cortijo particular durante 40 años.

Al leerlo daba la sensación de estar viviendo un cáncer. En su fase optimista al principio, pero con un inevitable desenlace final. Ver debilitarse poco a poco al gobierno legítimo mientras los rebeldes se hacían con el país ha sido descorazonador. Sobre todo porque el hilo argumental cae siempre en un hombre, una mujer, un niño, que cuenta cómo vivió cada episodio que se cuenta.

A nivel literario, como siempre, se lo dejo a javi, que es el que sabe.

Supongo que recomendable para los republicanos...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aunque no viene mucho a cuento he de decir que en ocasiones yo también me compro libros sólo por el título. Léase "El hombre que fue jueves" de G.K. Chesterton o "Memorias de un amante sarnoso" de Grouchito Marx.

Gorka dijo...

El título siempre es lo primero que se lee de un libro, y en ocasiones sólo lo único. Así pues, más vale estar acertado, en estos días de tanta literatura e internet.

Tengo en mente un par de posts literarios esta semana, a ver si me deja la actualidad...

Salu2!