Pequeña Semana Grande

Ayer terminaron las fiestas de Bilbao. La semana pasada tuve que pasarla entre banderines, chosnas y jolgorio vario, mientras uno trataba de adentrarse de nuevo en su rutina habitual como quien entra en una bañera de agua demasiado caliente.

Bajar del autobús y encontrarme el trayecto habitual engalanado con cuadrillas que buscan un desayuno caliente, parejas calientes que buscan un lugar apartado, o tíos calientes con chica no tan caliente buscando cama de diferente variedad, no ha hecho sino recordarme lo penoso de la situación (currar mientras otros la duermen...).

- Al menos - pensé - podré resarcirme de todo ello en la quedada que se planeaba en el curro para el jueves.

Llevo a rajatabla aquello de compañeros y sin embargo amigos. Es decir, cuando llego a un sitio nuevo de trabajo, o conozco a gente en un entorno principalmente laboral, suelo ser cauto con mostrarme demasiado. Y no sólo por una cuestión de precaución (no sé con quién se puede hablar de qué cosas, por ejemplo), sino porque podemos estar condenados a trabajar juntos, pero eso no quiere decir que tengamos que llevarnos bien. Incluso si nos llevamos bien, tampoco tenemos por qué ser amigos.

Ha habido casos de todo tipo, y ahora me encuentro en un agradable estado de llevarnos todos bien. Algunos son amigos entre sí (alguno incluso algo más de lo que no se puede hablar), pero me mantengo en un discreto segundo plano cuando se llega a ciertos límites personales.

En cualquier caso, quise dar una oportunidad a la amistad en esa quedada.

Casi lo más relevante en esas ocasiones es ver a la gente sin corbata. Ver a alguien con ropa de calle elegida por ellos mismos dice más de la persona que diez horas de conversaciones de oficina al amparo de un café de máquina.

Esta vez no fue demasiado diferente.

Si bien tengo gente a la que puedo considerar amigos de mis trabajos anteriores (fundamentadas, claro, en conversaciones y/o quedadas extralaborales), creo que por ahora tengo alrededor a personas con las que me llevo muy bien, pero que aún nos queda para considerarles amigos.

Será que me estoy haciendo mayor o no tengo una hipoteca lo suficientemente dura, pero estar de pie casi toda la noche con los litros, un botellón móvil de chosna en chosna, acercamiento a un concierto (que al final ni vimos) de Doctor Deseo incluido, no es mi ideal de diversión.

Estaré haciéndome viejo, pero prefiero ir de bares o sentarme en torno a una cena que sirva de excusa para hablar de lo divino y lo humano que cada uno tenga a bien poner encima de la mesa. Y que se alargue la cena todo lo posible, que una buena conversación debe agotar los temas, no los contertulios.

En fin.

Al menos, en esta ocasión, no me pasó como siempre. Antes, cuando habitaba el garito de Lejona, tenía metro hasta las 2:00 y luego a las 6:00. Pues casi siempre que he decidido quedarme más allá del último metro, todo el mundo ha acabado yéndose a eso de las 3:** y me he tenido que joder, acabando la noche antes de tiempo y pasando la mayor parte de la misma esperando al metro de las seis.

Esta vez, decía, teniendo que volver a Durango, los autobuses eran mucho más numerosos y frecuentes (uno a y diez y otro a menos cuarto, cada hora), de modo que a las 2:10 estaba camino de mi cama.

Tendremos que esperar otra oportunidad para llevar el buen rollo a grado de amistad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay gente en mi empresa a la que considero amiga... aunque no trabajo con ellos ;) Tampoco es que les vaya a contar mis intimidades.
Incluso vivo con compañeros de empresa, aunque tampoco de proyecto. Es lo que tiene emigrar a la gran ciudad por trabajo, y tener que compartir piso para tener un techo.
Para divertirme prfiero no salir con compañeros de trabajo ni de piso.

Saludos, y a sobrellevar la vuelta de las vacaciones.

Gorka dijo...

Para divertirme prefiero no salir con compañeros de trabajo ni de piso.

Toda la esencia de un post condensada en una frase. Si lo hiciera así, mis posts serían seguramente más cortos; aunque no sé si eso es bueno o no...

Al final todo se puede reducir a aquello de donde tengas la olla no metas... la amistad ;-P