¿Visitas Inoportunas?
- ¡Intolerable!
- ¡Indignante!
Ambos viejetes no se ponían de acuerdo en cómo calificar aquella sin lugar a dudas al menos afrenta.
El dueño del bar que varios minutos antes les había servido el té caliente en ningún momento había podido siquiera sospechar que aquella pareja de jubilados fueran a revolverle el local en tan solo dos palabras. Porque, claro, esas dos palabras, sólo aquellas dos palabras, bastaron para que el resto del garito se girase sobre sí mismos dejando con otras palabras en la boca a sus respectivos interlocutores...
- ¿Pero qué dirás tú, ignorante de la vida? – no pudo reprimir un joven con acento extranjero y porte chulesco.
Ambos protagonistas evitaron entrar al trapo ante la intención de provocación del joven y siguieron a lo suyo.
- Si es que no puede ser, no me jodas, dónde se ha visto, en el siglo XXI, una muestra de colonialismo tan recalcitrante, si es que no puede ser, menuda cara.
- Si, tanto la reina, como el rey, debería irse a su puto país y dejarnos ese pedazo de tierra, que es más nuestro que suyo, para uso y disfrute del trozo de mapa al que pertenece.
No hacían más que eco de las distintas opiniones que se encontraban en la calle por aquellos días.
- Pues si no os gusta que ese pedazo de tierra sea nuestro, os jodéis, que es nuestro desde hace mucho y así se va a quedar. – el joven se veía que venía con ganas de guerra tras el par de cervezas que se había terminado de beber de trago en el diálogo anterior.
Los jubilados, ajustando sus sonotones a la vez para tener una excusa con la que hacer oídos sordos y suecos a partes iguales ante las palabras de aquel joven que, indudablemente ya, ponía encima de la mesa su opinión favorable ante la visita de los jefes de un estado (claramente el suyo) a una de sus colonias en un pedazo de trozo de otro país.
- Y mira que no me caen mal, si dan su juego en la prensa rosa, pero que no parece bien que anden pasándonos ante las narices a todos nosotros que vivimos aquí tan cerca de un territorio que está en nuestro país, pero eso otro.
- Efectivamente, que esto es una vergüenza, que se vayan a su país y nos dejen en paz y nos devuelvan de una vez lo que es nuestro.
El joven, no sé si movido más por las palabras que acababa de escuchar, por el sentimiento patrio exhacerbado por verse ninguneado por dos extranjeros tan cerca de su casa en la colonia visitada por sus reyes, o por el par de cervezas, acabó por no aguantar más y acercarse, con cara de demasiado pocos amigos, a la mesa de los jubilados.
- Pues ajustaros de nuevo los audífonos, señores, porque mientras nos dé la puta gana......... GIBRALTAR VA A SEGUIR SIENDO TERRITORIO INGLÉS!!!
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