Imaginemos.
Un mundo en el que los gobiernos son mucho más pequeños que las multinacionales contras las que se pelea por preservar, dentro de un orden, los derechos de aquellos que los eligen.
Un mundo en el que los intereses empresariales pasan y pisan por encima de las personas que los sustentan con el trabajo diario.
Un mundo en el que esas multinacionales aborregan a esos trabajadores bajo la falsa promesa de un mañana mejor que únicamente llega, y no para todos, tras morir y acabar en el $PARAISO.
Un mundo en el que el dinero ha dejado de ser un poderoso caballero para convertirse en un tirano que lo domina todo aquello que cae bajo la sombra de su manto.
Un mundo en el que, sin aviso previo, una crisis lleva al sistema al punto de hacerlo tambalearse, y se tiene una singularidad donde deja de funcionar aquello de "demasiado grande para caer".
Ese mundo, tan cercano hoy como aparentemete lejano ayer, pone de manifiesto que lo único que preocupa a demasiados es el resultado de cuentas de final de año. ¿Que nos va mal? Bueno, al resto no parece irle tan mal, así que cual amante descubierto in fraganti, miente, niega, bufa, desmiente, desacredita. Hasta que sea insostenible, para entonces, todo el mundo estará igual de mal, y tu gris estado no desentonará de entre todo lo demás.
Y así, tras entrar en la crisis con la inercia de una bala que se estrella contra una pared, ahora vemos cómo la bala se ha parado sin haber llegado al otro lado. ¿Y ahora qué? Bueno, si esto fuera un electrón traspasando una barrera de potencial, siempre tendríamos la esperanza de saber que probabilidad de llegar al otro lado, haberla, hayla. En el mundo de la macroeconomía, creo que esto no es demasiado aplicable...
Así, mientras el 20% de la población causante del 80% del estropicio se va de rositas o consigue una cabeza de turco que pague por él y todos sus compañeros y por él el primero, ahora van y nos salen con que la época de crisis que estamos viviendo se soluciona con autosugestión.
Que sí, que sí, que un refutado profesor me lo ha explicado, que la economía es un 99% sensaciones. Y claro, de la sensación, a la falsa sensación va un paso.
De igual modo que lo peor en seguridad informática es la falsa sensación de seguridad (aquello de no saber que tienes un agujero del copón, pero ojos que no ven, dinero que te ahorras en resolverlo...), aplicado a la economía, igual que fue muy fácil de esconder los problemas que debían de venir de lejos para ser tan graves debajo de una capa de apariencia, ahora se intenta la opuesta.
A saber, que entre todos nos autogestionemos para, entre canción de Cumbayá y gala de Gran Hermano, olvidemos esa factura o hipoteca sin pagar. Los niños no tienen para zapatos este invierno, o tendremos que reutilizar la dentadura de la abuela, pero qué más da, esto solo lo arreglamos entre todos.
Y UNA MIEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEERDA! (léase como Bea la Legionaria...)
Si la cagada de todo esto ha venido por la hijoputez supina de algunos pocos, esto lo tienen que arreglar ellos mismos. ¿O qué?
¿Imaginaremos un mundo en el que además de putas, pondremos la cama? ¿Acabaremos pagando la penuria del sistema, pagando el arreglo con los impuestos de todos, y pagando al final para encima tener que poner una sonrisa a aquellos que desearon apropiarse de la manera más indebida posible de los dineros de uno?
¿Y dónde queda entonces la buena voluntad de los ingenuos currelas? ¿Dónde quedarán los beneficios cuando vuelvan esas vacas flacas que nos dicen que sólo podemos atraer entre todos? ¿Serán para todos? ¿Y tendrán efectos retroactivos?