Viaje en el Tiempo
El viernes fue 13, mal día para casarse y embarcarse, y en el que estuve en cliente, encorbatado y remangado, planeado una boda entre ambas empresas y fuera de la oficina.
Abocado como estaba al fracaso, dudaba, tras salir, si quedarme toooooda la tarde hasta las 20:00, o irme a dormir a mi sofá, con mi gato, con mis capítulos de Lost y Heroes... finalmente, opté por dar una oportunidad a un mail que había llegado un par de semanas antes y a los que habitualmente acabo defraudando.
Me quedé en la ofi, incluso cuando todos se fueron, me vi el quinto capítulo de Lost en el portátil del trabajo y con las luces apagadas (gran capítulo!) y cuando dieron las 20:00, estaba ya camino del Abesbatza, lugar de la quedada.
Al llegar, dos vistazos y en seguida tuve una curiosa sensación de dèja vú. Dos caras familiares, dos tipos echando el primer trago en la barra de un bar y hablado de compañeros de trabajo comunes, y todo comenzó. Saludo inesperado (no me esperaban) y en unos minutos, fue goteando gente, conocidos y alguno que no, que se sorprendieron de verme tanto como me alegraba yo de verles a ellos.
Es curioso cómo las cosas parecen no haber cambiado nada en tres años. Aquellos de los que me despedía una vez desde aquí mismo, ahora se me presentaban, tal cual los recordaba (algunos más delgados, algunos más guapos, todos perfectamente reconocibles), uno a uno, según iban llegado.
Al principio siempre me cuesta entrar en calor, pero tras poner bote, y comenzar con la vuelta de turno (portátil a cuestas y de traje, imperdonable...) por entre los bares de "Pozas", entre picas y pinchos, risas y recuerdos, puestas al día y chiste malos. Entrañable a más no poder. Entrañable, con esa sensación de no haberme ido nunca, con esa sensación de no haberlos recuperado porque nunca los perdía realmente.
Con algunos hablé más y de mejores cosas al borde de abarrotadas barras, con otros bromeamos y hablamos de series y baloncesto, con todos pasé unas horas que se fueron como si nada, aprovechadas, eso sí, como un viaje al pasado, a ese pasado de trabajo diario y buen rollo generalizado. No estaban todos los que fueron, pero si fueron todos los que estaban. Eché especialmente de menos a ecarbal y a jdomingo, pero como no suelen pasarse por aquí, no dejaré pasar la oportunidad de ponerme melancólico y les escribiré un correo para ver si podemos echar una comida algún día de estos.
Mientras bordeábamos a modelos acompañadas de corbatas repeinadas, no pude evitar pensar en los compañeros dejados atrás. Desde aquel primer trabajo que murió tras un correo memorable, a aquel segundo que dejé por un tercero del que escapé, hasta mi etapa autónoma y el actual proyecto de construcción de una estrella de mar, he dejado un reguero de personas con las que sigo en contacto de alguna u otra manera y eso me ha hecho sentirme afortunado. De todas las etapas guardo muy buenos recuerdos, casi siempre centralizados en una persona o un grupo de pocas personas muy especiales, rodeados de otros que quedaron atrás del todo.
Pero con estos no. Desde el primero al último son entre sí y para sorpresa, también para mí, como una pequeña familia de personas que se alegran de los éxitos y sufren con los fracasos del resto. Todos diferentes, todos muy unidos.
(Para aquellos que puedan sentirse defraudados al leer esto, sabéis que no va por vosotros, joder, si hasta seguís entrando al blog de vez en cuando...)
Un poco antes de las 0:00 el hechizo se acabó y el sueño y el cansancio hizo que ese irlandés de Moyúa en el que a veces un compañero toma té rojo mientras me intoxico de café fuese el último de la noche para mi. Me despedí de todos, con una estupenda sensación a medias entre las cervezas y la camaradería.
Y, como lo prometido es deuda y prometido quedó que iba a hacer esto de manera sutil, como sólo yo sé hacerlo, una "morcillita" de esas que sólo entiende quien las recibe, Miren, espero responder afirmativamente otra vez a uno de esos mails antes de pasen otros tres años. Todo sea por ser sutil...
Llegué a casa a eso de las 0:20, justo a tiempo de encender el ordenador para ver Heroes y llegar a ver, en directo y en el momento justo, el segundo 1234567890 en Google...
... otro friki de la informática que ahora llamo compañero (y espero amigo) había enviado entre semana...
Después del capítulo, ya había cambiado a este otro:
... y entonces ya era mi 32 cumpleaños.