I'm in love with a fairytale

Escucha "Alexander rybak Fairytale"


Hace el suficiente tiempo como para haberlo superado, pero no tanto como para haberlo olvidado, nació una princesa en un castillo donde viviría con el rey, la reina y el príncipe heredero. Desde muy niña fue educada en las virtudes de la humildad, el trabajo duro, la constancia y el buen hacer, alejada lo más posible de la vanidad, la altanería y los vicios ligados a su posición.

A los pocos meses, una alma gemela de la primera nació tan cerca, tan lejos, tan acertadamente depositada en un círculo totalmente opuesto, hija del barrio más pobre del entorno del castillo.

Al contrario que el príncipe, que en seguida descartó ese modo de vida por motivos que quedan fuera de esta historia, nuestra pequeña protagonista asumió como propias las ideas de una madre que, como viuda al poco tiempo, se dio a las drogas y al alcohol para soportar la carga de la pérdida; máxime, cuando el príncipe fue llamado a la guerra en el lugar de su ausente padre, lo que no hizo sino empujar más si cabe a la aprendiz de cenicienta a centrarse en mantener un castillo que nunca sería suyo.

Mientras tanto, el alma gemela crecía en un entorno en el que debió buscarse la vida desde que su entendimiento la hizo consciente de su situación de desventaja ante todos los demás. Entre todas esas espinas, crecía una rosa, en forma de personalidad preparada para afrontar a los demás, y cuidar de sí misma con la dulzura que no había a su alrededor.

Tras varios años de perfecta armonía aparente, y convertida su posición en una jaula de oro y cristal de la que ni siquiera podía imaginar poder escapar, la mente de una niña adquirió una madurez que no le correspondía. Abrumada y sin saber por qué sus amigas eran felices en sus respectivos castillos, por qué ella tenía que volver a casa temprano para hilar en su rueca y poder seguir cosiendo, no veía salida de una cárcel que tampoco podía ver, ni imaginar que estaba allí... como un pez que no imagina vida fuera de su pecera.

Pocos caminos además de la mala vida podían quedarle, en cualquier caso, a quien habiendo sido autosuficiente desde la infancia en un entorno marginal, se abrió paso a base de encontrar la manera de satisfacerse. Mientras las paredes de la jaula de la princesa crecían invisibles para ella, su alma gemela rompía todas las convenciones sociales al vivir fuera de toda norma impuesta.

Pero un día, aciago para todos aquellos que querían a la princesa a su manera, la vida puso su camino a una cortesana de peor vida que reputación, dominadora de los peores ambientes de los peores barrios. Algo se movió dentro del pecho y la entrepierna de las dos en cuanto se vieron.

Incomprendidas, acusadas con el dedo por una amistad sospechosamente inexplicable, las dos huyeron tras la abdicación de la princesa. El revuelo sólo fue superado por la decepción en la cara de todos los que confiaron en la princesa para mantener un castillo color de rosa por fuera, frío y vacío por dentro.

No tardaron en encontrar un pequeño castillo en otra parte, alejadas de los ruidos de aquellos que por intolerantes se volvieron invisibles a sus ojos. Construyendo una vida juntas, a la princesa le costó algo más de la cuenta asumir que alguien daría su vida por ella en lugar de pedírsela, pero finalmente el sol se ocultó entre las nubes.
El resplandor dejó de cegar a la princesa, que pudo romper las paredes de cristal que la retenían más allá de su imaginación, y pudo ver recompensado su deseo de tener a alguien al lado y no a su cargo.

Y hace unos días, mientras sonaba esta canción, y en medio de un marrón laboral, la buena mujer se pone a bailar sonriente como si en la vida sólo cupieran las cosas buenas.

P.D: le robo la música y el formato a mi alma gemela.

3 comentarios:

Ines dijo...

Encantador, gracias por compartirlo!!

Si puedes visítame, me encantaría saber tu opinión.

Besos

I.
Historias eróticas

Nohemí dijo...

Me has dejado sin palabras, estoy feliz de ser tu media naranja, seguiremos construyendo nuestro cuento de hadas para tener un final feliz. Te quiero

Gorka dijo...

Gracias a las dos por los comentarios, aunque creo que habéis llegado al post por motivos bien distintos.

Suerte con el blog, Inés, que te dure el calentón!

Uruviel, esto me descarga de "aquiclis" para una buena temporada :)

Salu2!